El Gobierno aprobará pronto los indultos. Aunque sea de los que no tiene claro la oportunidad de la medida, no creo que se pueda poner en duda el legítimo derecho del ejecutivo a adoptar una decisión de esa naturaleza. Ni, como se está haciendo, negar su constitucionalidad o calificarla de intromisión en el Poder Judicial: entre las condenas del TS y la decisión del gobierno media la Constitución, que otorga esa capacidad. Los magistrados hicieron valer el imperio de la ley, ahora los políticos deberán retomar la iniciativa. Si la única alternativa es que el TS mantenga a raya al independentismo, estaremos transfiriendo a los jueces deberes propios de la política. Una forma, como otra cualquiera, de desnaturalizar la división de poderes. Por muy en contra que se esté de la concesión de los indultos, no se puede negar al gobierno la posibilidad de recurrir a una medida de gracia para abordar un problema tan desestabilizador y enquistado como el del independentismo catalán. Recordemos que el recurso a una medida de gracia como la amnistía sirvió para allanar el camino a la transición y al pacto constitucional. Una decisión política, preconstitucional, que benefició tanto a los condenados por defender sus ideas y luchar por las libertades, como a sus carceleros y torturadores.

El problema del gobierno, o mejor del PSOE, es que su estrategia busca conseguir algo tan intangible, al menos a corto plazo, como reducir el apoyo social, no al independentismo, sino a la vía unilateral. No creo que el gobierno espere ningún gesto visible de aquellos. Algo que tampoco cabe esperar del rayo que no cesa de la oposición: lo de Colón no iba de indultos sino del gobierno, no lo derribaron con la pandemia y lo intentan ahora con otro asunto. Afirman ser los españoles de bien, rebajando a los que no piensen como ellos a la condición de malos españoles. Como los extremeños de Muñoz Seca, los nacionalismos se tocan, por mucho que se crean antagónicos: ambos nos dividen entre un nosotros y un ellos; se afanan en señalar y construir el enemigo y se apropian igualmente de lo que es de todos. Por cierto, ya que entre los convocantes de Colón estaban "las brillantes inteligencias congregadas en torno a Isabel Díaz Ayuso", cabe pensar que le susurraran al oído a la presidenta madrileña la idea de involucrar al Rey en los indultos. Pisoteando, sin complejos, algunos principios básicos de nuestra Constitución

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