De rebote

José / manuel / olías

Euroliga

NO es una noticia totalmente sorprendente, pero su conocimiento sobresaltó al Unicaja y a sus seguidores. La Euroliga fermenta una nueva competición sin el equipo malagueño, que las últimas 15 temporadas ha jugado el torneo y va camino de su undécima vez entre los 16 mejores. Precisamente a esa cifra se reducirá a partir del próximo ejercicio la máxima competición continental. Y no hay hueco para el equipo malagueño ni para ningún club español más aparte de Madrid, Barcelona y Laboral Kutxa. El club vitoriano ganó la batalla en la pista y los despachos y el pasado verano se quedó con la licencia A (algo así como un contrato de propiedad de una plaza) que se rifaba con el Unicaja.

La situación es negativa y perjudicial para el Unicaja. Jugar la Euroliga otorga ingresos, prestigios, visibilidad. Permite acceder a jugadores de mayor calidad, atraídos por la solvencia económica y por competir contra los mejores. Pero tampoco es un apocalipsis ni el fin del baloncesto de élite en Málaga, como se lee en algunas ventanas. El Unicaja tiene una tradición de baloncesto en la que la Euroliga no ha entrado hasta el fondo. Ha costado que el Carpena tenga un aspecto presentable durante varios años. La imposibilidad de encontrar un operador televisivo propio, que el Baskonia sí tuvo con ETB, también perjudicó. El hábito de ir entre semana al baloncesto no ha penetrado tanto como el de ir los sábados o, ahora siempre, los domingos. Cuando acude más gente a un partido contra el Fuenlabrada que a cualquiera de Euroliga salvo si viene un gigante es el mejor ejemplo.

Toca, pues, disfrutar de la presente Euroliga, en la que el Unicaja es uno de los tres únicos equipos invictos, como si fuera la última aunque se combata para que no sea así. Paladear las venidas de CSKA y Maccabi. Recordar en la cancha que es un equipo poderoso, que en el Carpena todos sin excepción han hincado la rodilla. Y trabajar, o seguir haciéndolo, en los pasillos y despachos. Y, sobre todo, en la pista. Perder lo que se ha tenido duele. Pero un elemento de distinción es mirar adelante y recuperarlo. Puede ser un motivo como otro cualquiera.

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