Las dos orillas

José Joaquín León

¿Existe Andalucía?

20 de julio 2010 - 01:00

VAMOS a suponer que leemos un periódico nacional editado en Madrid. O vamos a suponer que estamos viendo un telediario de una cadena nacional. O que oímos el informativo de una cadena de radio nacional. ¿Cuántas noticias (políticas, por supuesto) aparecen de Andalucía y cuántas de Cataluña? Tenemos a Montilla, ese político catalán de origen andaluz, hasta en la sopa, y a Artur Mas, incluso a Carod-Rovira, que ya es un muermo hasta dentro de su partido, ERC, donde no pinta nada. Tenemos Tripartito por aquí y por allí. Venga con la bronca del Estatut, venga a darle al TC, venga que si aumenta o no el independentismo… Tenemos a Cataluña hasta en las páginas de deportes, después del Mundial. ¿Y Andalucía? ¿Quién conoce a Griñán más allá de Despeñaperros?

Y, sin embargo, Andalucía tiene más habitantes que Cataluña. Si en una democracia un hombre es un voto (y una mujer es otro voto) resulta que la comunidad autónoma andaluza debería ser la más importante de España. Pero han conseguido anestesiarla, hasta un punto en el que Andalucía sólo aparece en los telediarios, las radios y los diarios en los sucesos y para tratar del calor en verano. El calor es un asunto verdaderamente complejo y poco novedoso, pues los andaluces sabemos desde los tiempos de Hércules que hace calor en verano, mira qué casualidad.

Ustedes imagínense que una de las más importantes cajas de ahorros catalana hubiera sido adjudicada a una entidad de otra comunidad con el Banco de España por medio. Ustedes imagínense que Montilla hubiera culpado a la Iglesia por jugársela a Cataluña. Ustedes imagínense que el citado Montilla quisiera que las cajas catalanas se fusionaran, pero le dieran un capotazo por Barcelona, otro por Tarragona y otro por Girona, a pesar de querer prohibir la fiesta de los toros. Ustedes imagínense lo triste que debe ser el papelón de Griñán, invisible para más de media España.

Al menos Manuel Chaves era más visible, también más previsible. Y eso que no se le presentaba como una cabeza privilegiada. Pero tenía mucha experiencia como político y se le respetaba por sus resultados electorales. Al menos estaba ahí, en San Telmo o la Casa Rosa. No decidía la historia de España, pero estaba ahí. Ahora parece que ahí, o sea al frente de la Junta de Andalucía, no hay nadie. O quizá sería mejor decir que un hombre inteligente, como es Pepe Griñán en sus ratos libres, no ha sabido trasladar un mínimo protagonismo de la política andaluza.

Así se ha llegado a este desapego de la Andalucía inexistente. Parece mentira que esta tierra de pintores de brocha fina, que es la de Velázquez, Murillo y Picasso, ya no pinte nada.

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