La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Galdós y el lector común

La reivindicación de Galdós la iniciaron, leyéndolo cuando era despreciado, los lectores comunes

Galdós -cuyo centenario se celebra este año- fue despreciado cuando se creyó superada la novela realista. Y porque gustaba a muchos lectores no distinguidos, eso que se llama gran público. Algo que ha estado mal visto desde que en el siglo XIX creció la alfabetización creando, junto al surgimiento de las grandes editoriales, un público lector multitudinario que tuvo la osadía de leer lo que le gustaba y encumbrar a quienes lo escribían. ¡Intolerable! Si cada cual lee lo que le apetece sin atender a los dictados de las nuevas academias antiacadémicas, mucho más rigurosas en sus juicios que las tradicionales, esto es el libertinaje intelectual. En esto los pedantes de la modernidad se han comportado como los reaccionarios cuando se impuso el sufragio universal. Y no solo ellos. El propio Stuart Mill creía necesario que el voto de las clases educadas valiera el doble que el de las clases trabajadoras y no ilustradas. Algo parecido pasa en el ámbito de la cultura.

En su prólogo a La casa desolada escribe Chesterton sobre el desprecio a Dickens de "los críticos pedantes": "Se debe a un cierto hábito de leer libros con la mirada de un crítico convencional, que admira lo que esperamos que se admire, lamenta lo que se nos dice que lamentemos… Esto se debe a la más deshonrosa de todas las indulgencias artísticas: el placer de valorar obras de arte que los hombres comunes no pueden apreciar". A lo que cabe añadir: y despreciar las que los hombres comunes aprecian.

Lo que Chesterton dice de los críticos de Dickens puede aplicarse a los que tuvo Galdós. Afortunadamente eso quedó atrás. La profesora Yolanda Arencibia, ganadora del Premio Comillas de Historia, Biografía y Memorias por su monumental biografía de Galdós, ha recordado que, si bien ya no se le ningunea, "aún no se le ha reconocido como debiera". Solo lo han hecho desde hace décadas los lectores comunes. Aunque en vida de Galdós estos eran tan pocos a causa del analfabetismo que el éxito no le libró de la pobreza en sus últimos años. Pero conforme creció la alfabetización, lo hizo el número de sus fieles para no decaer nunca. Los "hombres comunes" de Chesterton fueron los primeros en "reivindicar" a Galdós. Causa sonrojo que en la víspera de su centenario aún se leyera: "El Instituto Cervantes y la Comunidad de Madrid han empezado a colaborar para reivindicar la figura del escritor Benito Pérez Galdós".

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