Se ha aprobado la Ley Trans, la ministra de Igualdad dijo dirigiéndose a los beneficiarios de la norma: "nunca un país sin vosotras, vosotros y vosotres". No es fácil dar la respuesta adecuada a un problema social de naturaleza tan compleja como de la que trata la ley: la identidad, el sexo biológico, lo que sentimos o qué somo. Centrar la solución en la libre autodeterminación de género ha provocado una enorme polémica que ha dividido al PSOE y al movimiento feminista. De una parte, porque la lucha feminista ha sido y es una rebelión constante contra la desigualdad que la mujer padece por el hecho de serlo: una condición determinada, no elegida. Para muchas feministas, no sin razón, la libre elección de género "borra a las mujeres y desdibuja la discriminación que sufren en base a su sexo biológico". Como toda ley rompedora nace rodeada de polémica. Leyes similares se han aprobado en otros países como Portugal, Irlanda, Dinamarca, etc. De hecho, una de las razones de la anunciada dimisión de la primera ministra de Escocia ha sido la polémica desatada por el caso de Isla Bryson, la mujer trans que cumplía condena en una cárcel femenina, tras haber sido condenada por la violación de dos mujeres.

La llamada teoría de género sostiene la independencia del género del sexo biológico. Defiende el carácter performativo del primero, de tal forma que considera la división binaria, hombre-mujer, como un constructo social ajeno a la diversidad de opciones sexuales realmente existentes. Negando el derecho a pertenecer a otro sexo distinto del que nacemos: lo que en términos clínicos se conoce como disforia sexual. Para sacar, a los que así se sienten, de la marginalidad que sufren, la ley española, y la de otros países, ha optado por la libre autodeterminación de género. Querer resolver esa perturbación en el género, mediante el derecho a optar por la libre elección de ser legalmente hombre o mujer, puede producir la paradoja de volver a lo que precisamente se niega: la condición binaria.

Hay voces, infinitamente más autorizadas que la mía, que han expresado -con bastante mayor conocimiento- sus opiniones a favor o en contra de la norma recién aprobada. De cualquier forma, se trata de una de esas leyes atentas a los cambios sociales, que amplia derechos y ensancha nuestra democracia. Como también lo hace la reforma de la Ley de interrupción del embarazo, aprobada en la misma sesión plenaria.

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