Brindis al sol
Alberto González Troyano
Vieja y sabia
Como hemorroides de anuncio, el coronabicho se lleva con silencio columnista avergonzado. La inmunidad de los borregos me colonizó tras un episodio semanal de tos, fiebre y descomposición, incluso del susto paranoico, a la espera de la segunda raya colorada en el test de antígenos. Ánimo y a surfear el trancazo de toda la vida, el constipado que para los latinos significa estreñimiento intestinal. Al tran tran se va contagiando la mayoría de la revacunada vecindad sin más novedad reseñable que una flojera acentuada por la astenia primaveral. Estamos rodeados. Para jiñarse están las quebrantaduras de la salud a la que se suman nuevos espantos paracetamoloides. La hepatitis infantil y la viruela del mono que ya podía ser de dulce anís. Los monos son muy simpaticones, pero en la foto no más. Mi experiencia con los primos simios es compleja desde que me orinó un chimpancé durante una excursión colegial. Menudo tour por el Escorial , el Valle de los Caídos y unas horas de zoo apulgarado con episodio escatológico.
Por entonces, en teoría ya andábamos metidos en los vericuetos de la transición democrática que iba con mucho conflicto de crisis, subida del petróleo, manifas, huelgas y atentados terroristas de portada. La historia se apoya en fechas y acontecimientos concretos. En cuanto a la datación exacta hacia la cuestionada democracia en España, para unos fue el 20 de noviembre de 1975. Otros cristalizan con el referéndum de la constitución del 78, también los que se fijan en el retrovisor del Dodge negro del almirante Carrero Blanco. Está la vacuna de Tejero.
¿ Es el acceso del PSOE al gobierno con Felipe González? Lo que tengo claro es que mi particular transición hacia la libertad rocanrolera, la epifanía sucedió el 9 de julio de 1982 durante el segundo de los macroconciertos de los Rolling Stones en el estadio Vicente Calderón. Gran transmutación. Faltan días para que se cumplan 40 años del suceso. Nos vendieron la cita como la última gira de sus satánicas majestades. También guitarrearon en Cenacheriland en 1998. A falta de Brian Jones y Charlie Watts (descansen en paz), por ahí siguen Mick Jagger, Keith Richards y Ron Wood dándole a la púa con ilusión de banda indie primeriza. Son la envidia de los baby boomers. Ni coronabicho , ni viruela del mono, ni jubilación, ahí siguen los tíos llenando estadios para celebrar sesenta años de banda, pura Gerontocracia Stones.
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