La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

Lávese la boca, señor diputado

Carmelo Romero se creyó que estaba en una taberna con un palillo en la boca y el suelo regado de serrín y altramuces

Un diputado por Huelva, Carmelo Romero, ha tenido que pedir disculpas por gritarle a Íñigo Errejón una barbaridad: "¡Vete al médico!". El líder de Más País y uno de los fundadores de Podemos cuestionaba al presidente del Gobierno por las condiciones en las que son atendidos los enfermos de salud mental. Hay que agradecerle de todo corazón a Errejón, tantas veces embriagado de su ideología de diseño, el interés por un problema real de los españoles. Cuando alguien lleva al Congreso de los Diputados un asunto sobre el que realmente debe centrarse la atención del Gobierno y de los legisladores, es absolutamente inaceptable que un representante público vocifere una impertinencia como si estuviera en una taberna donde se escupe sobre un firme de serrín y cáscaras de altramuces. Estamos ya agotados de que nuestros políticos no paren de ser noticia por sus exabruptos, sus discursos incendiarios y el uso grueso del lenguaje. En definitiva, por una mala educación que quizás no sea más que el reflejo de la sociedad actual. Tal vez estemos pagando las consecuencias de la llegada a las instituciones de quienes fueron instruidos (es un decir) bajo los principios y criterios de la Logse, aunque Romero es más talludito. Cada vez es más difícil encontrar gente mesurada, serena, con un discurso sin tremendismos y una actitud sin histrionismos. Gente, en definitiva, que defienda su ideología sin hacer el indio, que parezca adulta o que, al menos, no nos recuerde a un niño malcriado con el síndrome de emperador. Faltan señores cabales en las instituciones. Tal vez estén refugiados en la empresa privada, donde los sueldos son sin duda mejores. Quizás hayan ganado una oposición tras años de esfuerzo y sacrificios y cualquiera les pide ahora que se metan en los barros de la política. A Errejón se le puede y se le debe criticar, pero resulta lamentable afearle su discurso con un comentario que ofende gratuita y cruelmente a quienes necesitan asistencia médica por asuntos de salud mental. No, señor Carmelo, se ha pasado usted tres pueblos y la gasolinera, se ha comido los mojones que informan de los kilómetros y ha quedado como Cagancho en Almagro. Cierre la boca y compórtese como un adulto. En otra nación no se volvería usted a sentar en el escaño donde lo pusieron sus paisanos. Pero no se preocupe, esto es España y todo se arregla con un tuit. Ha ido usted a meter la pata en el momento más inoportuno. Pida un palillo y diga eso tan ibérico: "¡Llena ahí!". Sólo le pido, por favor, que se lave la boca, que era lo que en el colegio mandaban cuando alguien soltaba una picardía.

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