Bloguero de arrabal

Pablo Alcázar

coleraquiles@gmail.com

Libertad, sin birra, no es libertad

La pandemia ha desatado los instintos básicos, acabado con el sentido común y hundido las ideologías.

No sé si Tazanos introdujo en sus cálculos predictivos la variante ‘pandemia’. Este ítem ha tenido una importancia grande, a mis cortas luces de columnista verborreico, en los resultados electorales del pasado 28M. La pandemia ha terminado por dar la puntilla a las recias ‘ideologías’ de antaño y ha ayudado a su sustitución por letales trumpayusadas. Algunos políticos –tras la desolación del COVID–, bien asesorados por expertos sociólogos, han exacerbado nuestros instintos básicos y no han dudado en alentarnos a que nos tiremos a las calles, a mear en las esquinas en las enajenadas noches de la orgía perpetua, a beber hasta el coma etílico, a esnifar hasta la inconsciencia, a echar un polvo en cualquier callejón sin saber con quién, a despedir ruidosamente a novias a las que durará más la trampa de la modista que el matrimonio, a sacar todos los días del año procesiones que colapsan la ciudad, a confirmar a las chiquillas, como si fueran princesas, a olvidarnos de los ancianos que murieron en las residencias, abatidos por el virus, sin asistencia hospitalaria; a permitir que bares y restaurantes invadan libremente las aceras; a zambullirnos abruptamente en el río de la vida sin “la timidez del bañista –así, en Aleixandre– que, temeroso, con mucho amor y recelo al agua, / introduce primero sus pies en la espuma, /y siente el agua subirle, y ya se atreve, y casi ya se decide. / Y ahora con el agua en la cintura todavía no se confía. / Pero él extiende sus brazos… y se entrega completo. / Y allí fuerte se reconoce, y se crece y se lanza, / y avanza y levanta espumas, y salta y confía, / y hiende y late en las aguas vivas, y canta, y es joven”. Después de una guerra – o de una plaga– la gente suele tirarse a la calle, abandonando los refugios del miedo, para intentar disfrutar de todo lo que el conflicto, o la enfermedad, les arrebató. Tras el confinamiento, la derecha ha acertado al identificar libertad con gozo interminable. Muchos jóvenes, encerrados durante meses, han sido seducidos por esta promesa y, agradecidos, han votado a sus impulsores. Si a esto se añaden la atomización de la izquierda y los errores de gobierno, se podrá comprender algo de lo sucedido en las pasadas elecciones. No del todo, por supuesto. Pero Tazanos, ocupado en sus tejemanejes y apaños, ni se lo olió.

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