Líneas rojas

Si es el Partido Socialista el que se entiende con Ezquerra, Bildu o la extrema izquierda de Podemos, silencio

Unos días de las elecciones castellanas y ya se avecinan en el panorama político cruzadas en favor de la democracia, de las Instituciones del Estado, del pluralismo político… al menos eso proclaman. En mi casa los imaginamos en guerra para aferrarse al sillón, en arenga de discursos vacíos y batallas para tomar la calle, para demostrar con la fuerza ser los únicos que defienden derechos y libertades. Y quienes no piensen como ellos, no caben democracia. Defendiendo el pesebre...

La calle (y el miedo), sigue ocupado por tanto político y liberado a quien el Estado paga un sueldo a través de subvenciones que tapan bocas y los conviertan en celosos guardianes del pesebre. Si mañana el Partido Popular cruza líneas de entendimiento con Vox, saldrán a las trincheras. En cambio, si es el Partido Socialista quien se entiende con Ezquerra, con Bildu, o gobierna con la extrema izquierda de Podemos, silencio. Como el buey y la mula, velando armas y durmiendo alrededor del pesebre.

Se han convertido en dos formas de entender la democracia. Una amenaza con agitamiento, revueltas, calle y fuerza. Al margen de la batalla de las ideas. Es su forma de imponer, de trazar estrategias políticas para amedrentar al ciudadano tipo que huye de conflictos que erosionen aún más su pacífica convivencia. Bastante tenemos con Ucrania, la luz, la pandemia y la gasolina, como para preocuparnos de revueltas, contenedores quemados, mobiliario destrozado, batallas campales y ataques a la dignidad de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad.

La democracia, ni más ni menos, es el imperio de la ley, el resultado de contrapesar los poderes legislativo, ejecutivo y judicial. La democracia no se gana en barricadas. Allí se erosionan derechos, se sacrifican libertades, se silencian (por miedo) voluntades y voces. Lo que no se evita o prohibe desde la legalidad, no cabe en nuestra sociedad. Políticos, de izquierdas y de derechas, lo saben. Si vislumbraran la posibilidad de ilegalizar un partido, si creyeran lo que dicen, aceptaran las reglas de juego ¿alguien cree que no hubieran iniciado un proceso de ilegalización?

La línea roja. No hay más en nuestra democracia. El resto son acuerdos. Convenientes o no, necesarios o no, aceptables o no. Siempre lícitos. En ocasiones, legítimos. La democracia que nos otorgamos. Lo hizo el Partido Socialista con Podemos, y nadie tomó la calle. ¿Lo criticaron? Por supuesto. Ese es el derecho de cualquier ciudadano en una democracia, y en pocos años, las urnas refrendarán o no la crítica. Ahora, un acuerdo de Gobierno en la derecha tampoco traspasa ninguna línea roja. ¿Críticas? Las que quieran. Pero tomar la calle, sacar a las trincheras al ejército de liberados, sólo reiterara dos conceptos diversos de democracia. Uno grita, impone criterios en la calle, en barricadas, apaga y debilita nuestro sistema constitucional. Otro, espera las urnas. De este, cada vez somos más. Muchos más.

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