Luces de pandemia

Si se hiciera un 'revival' podría denominarse 'Luces de Pandemia', pero no existe ya un Valle Inclán capaz de contarlo

La cantidad de festivos seguidos en Navidad y las limitaciones horarias favorecen a los que ya de por sí tendemos al recogimiento casero, a dedicar aún más tiempo a la lectura; en mi caso particular, a disfrutar también de la relectura. Curioso ejercicio este último de volver a leer lo que leímos en su día, con sus luces y sus sombras. Tanto podemos descubrir matices que en su momento pasaron inadvertidos, como espantarnos de que nos sintiéramos atraídos por semejante bodrio. Lo mismo pasa con el cine. Es signo del paso del tiempo.

En años preuniversitarios leí a Valle Inclán y debo confesar que no atrajo mi atención. Sin duda, no era la mejor lectura para un adolescente. Mucho más tarde asistí a la representación teatral de Luces de bohemia y comencé a entender algo. Ha sido tras su relectura estas navidades cuando he comprendido de qué iba la cosa, aún más tomando como referencia el momento actual, lo que demuestra una vez más que la obra literaria y el arte, cuando lo son realmente, son intemporales.

Luces de bohemia, nos dice el prologuista, refleja cómo era la España de 1920, degradada y desconsiderada con el pueblo llano, en un clima de corrupción. Es curioso: ha transcurrido un siglo y estamos en las mismas. La desconexión entre pueblo y políticos es evidente, la corrupción aparece por todas partes y, por si no fuera suficiente, estamos inmersos en una pandemia, como entonces lo era por la denominada gripe española.

Si buscamos paralelismo entre los personajes de ficción y los que pululan por la sociedad actual, no resultará difícil que cada uno, como es lógico según su ideología, encuentre su Max Estrella y su compañero de tropelías, el cínico y desvergonzado Latino de Híspalis, nadie sin duda, a la altura del escritor Alejandro Sawa, ese periodista bohemio que acabó sus días ciego y alcohólico, que parece ser el que inspiró a Valle Inclán. No faltarán tampoco coincidencias con personajes actuales, como la Pisa Bien, mujer inculta y atrevida perteneciente al mundo marginal, o establecer paralelismos entre determinados escenarios como la denominada Taberna de Pisa Lagartos, punto de encuentro de truhanes y oportunistas varios, como el vendedor de libros Zaratustra o el desfasado Gay Peregrino. Todo un puro esperpento. Si se hiciera un revival actual podría denominarse Luces de Pandemia, pero no existe ya un Valle Inclán capaz de contarlo.

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