MOVILIZACIÓN

16 de septiembre 2023 - 00:00

Primero fue Esperanza Aguirre llamando a organizar la resistencia y después José María Aznar, con su habitual solemnidad campanuda, afirmó que “existe un riesgo existencial para la continuidad de España como nación”. Toda esa trompetería apocalíptica va de algo que no se ha producido, un pacto que no sabemos si se alcanzará, por mucho que el PP parece desearlo fervorosamente para poder seguir anunciando que España se rompe… otra vez. Una profecía que aparece recurrentemente cuando la derecha no está en el poder. Aunque ellos saben perfectamente que cuando España de verdad se rompió fue en el momento que un sector sedicioso del ejército se alzó, en 1936, contra un gobierno legítimo y constitucional. Provocando una guerra civil en la que cayeron 600.000 españoles de uno y otro bando y una vez concluida fueron ejecutados, entre 1939 y 1946, otros 50.000 republicanos: golpe, crímenes y dictadura que el PP no ha condenado, tras casi medio siglo de democracia en nuestro país. Algo no menos reprochable moralmente que negarse a condenar los crímenes de ETA. Una realidad que, lamentablemente conviene invocar, cada vez que la derecha se echa al monte. Algo que en los últimos años ocurre con excesiva frecuencia.

El candidato Feijóo ha reducido la llamada a arrebato de sus mayores a un mitin del PP. Lo verdaderamente surrealista es que lo celebre horas antes de someterse, a propuesta del Jefe del Estado, a una sesión de investidura en el parlamento. Sesión que, dadas las escasas posibilidades de salir adelante, la aprovechará el candidato para repetir el mismo mitin sobre el apocalipsis que se cierne sobre España si la derecha no gobierna.

La endiablada aritmética parlamentaria tras las elecciones -sobre las que el trumpismo de andar por casa había levantado todo tipo de sospechas- sólo permite, en la práctica, la formación de una mayoría de investidura que pasa por contar con socios poco recomendables. No me gusta y, aún menos, cuando leo que Pablo Iglesias dice lo mismo, desde sus antípodas, que Aguirre y Aznar: “El PSOE no parece entender que esto va del fin del régimen del 78”. No sabemos si Pedro Sánchez podrá satisfacer sensatamente las demandas de quienes le pueden dar la mayoría de investidura. Es muy posible que tras dejarse plumas en el camino no lo consiga. Pero tampoco es buena idea resignarse a ir a nuevas elecciones, en las que nada indica que algo sustancial haya cambiado en la voluntad de los electores.

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