De Madrid al cielo, pero al de la Costa del Sol

El miedo al confinamiento y el teletrabajo propician este año un turismo residencial que permanecerá meses en Málaga

La pandemia ha estigmatizado a Madrid y por ende a los madrileños. En la primera y en esta segunda oleada. La comunidad autónoma registra unos pésimas estadísticas en el porcentaje de contagios, los ingresos hospitalarios y el número de pacientes entubados en las unidades de críticos. Las terribles imágenes de los féretros acumulados en un pabellón de hielo con las funerarias desbordadas, también correspondieron a la capital de España. Ahora el gobierno autonómico camina dividido sobre las nuevas medidas restrictivas que hay que implementar para controlar un virus antes de que el otoño agrave el escenario. Para completar el escenario, el Ejecutivo madrileño es el principal escaparate del PP y el primer objetivo del PSOE para desgastarlo. Un fórmula que aplica para, a su vez, zafarse de la presión de los populares hacia la Moncloa por la gestión de esta crisis.

El alcalde de Estepona mostraba cierto optimismo esta semana por los resultados de la temporada alta turística en la zona. Cierto que los hoteles apenas han levantado cabeza, el aeropuerto sólo ha operado un 20% de los vuelos habituales de los meses de verano, las agencias de viaje casi han echado el cierre y las empresas de alquiler de vehículos apenas han contabilizado kilómetros en sus coches. Pero la hostelería sí había podido recuperar buena parte de sus ingresos.

Estepona cuenta con unas 20.000 viviendas que la mayor parte del año permanecen vacías. Un turismo residencial por temporada. José María García Urbano, sin embargo, ha revelado que en esta ocasión los inquilinos de estas viviendas no han viajado para permanecer una semana o quince días, que es lo habitual. Se han quedado un mes, dos e incluso tres meses. Es más, un porcentaje de los propietarios tiene intención de permanecer también este otoño.

Las posibilidades del teletrabajo permiten la residencia en cualquier punto que ofrezca una conexión digital buena y, si también las comunicaciones con apropiadas, por si hay que desplazarse con urgencia a la sede central, se puede vivir óptimamente a muchos cientos de kilómetros de distancia. No tiene porqué resentirse el rendimiento laboral de un directivo a distancia. Aunque el regidor no ha ofrecido datos concretos, sí que ha admitido que un importante porcentaje de estos nuevos turistas permanentes son madrileños o residentes en Madrid. El fenómeno también se ha repetido en la cercana Marbella. Además de lo anterior, el temor a un confinamiento este otoño o próximo invierno, también juegan a favor de que aquellos que puedan permitírselo busquen un clima más favorable incluso para estar encerrados. De Madrid a otro cielo.

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