Más que vitoriano, septiembre entra duro, coquino. Dentro de la malacología, disciplina que estudia los moluscos, la conquiliología profundiza en los alicatados con caparazón. Tuiteaba Jeff Bridges: "Estamos aquí por tan poco tiempo. Vive como si ya estuvieras muerto, hombre. Qué la pases bien. Haz tu mejor esfuerzo. Deja que todo te atraviese". A los neotiesos nos ensarta hoy un teléfono móvil iluminando la caverna. La nueva normalidad, el nuevo orden, sino mundial, musical. Nos lo habían advertido los de New Order con Iggy Pop, poniendo voz de ultratumba a unas coplas tecno que hablan de amores perros marinados con ginebra. New Order es un grupo post punk que se maneja en los ritmos de la confusión de crystal y otras borracheras cordiales, es decir atemporal.

Los como cabras tiramos para el monte y también ponemos oído al parche con The Who en Quadrophenia la ópera rock compuesta por Pete Townshend con mucha mar revuelta y majara de fondo. Ecos de la caracola áulica hasta en la vuelta al curso. Los que traemos la pedrada de fábrica estamos acostumbrados a los vaivenes bipolares, pero la gente normal, ese normal estadístico a lo Tezanos es como Villanueva de las Manzanas, que ni es villa, ni es nueva, ni tiene manzanas. Perseguimos ese espejismo bucólico con pose de Instagram, pero en realidad el paisanaje del vecindario anda alterado.

Fíjese en las miradas extraviadas, en las respuestas al ¿Cómo estás? Un ¡Bien! automático que brota de los rostros circunspectos, enmarcados con esa preocupación que ni la mascarilla puede disimular. ¡No estamos bien diantres! Todo quisqui tiene una manita de familiares cercanos en problemas. Invocamos al bienestar con una letanía. Es imposible estar bien. Ser impermeable al miedo de las circunstancias especiales y espaciales. Los metros de distancia social, el teletrabajo forzado. No basta sólo con lavarse las manos.

A poca empatía que tenga uno, la angustia empapa como una bayeta. Nos van a hacer falta miles de psicólogos para salir de ésta. 2021 comienza en septiembre, con las esperanzas puestas en el nuevo curso escolar, proyectos e ilusiones de supervivencia. Algo habrá que hacer para recobrar la esperanza. De nada sirve quedarse encerrado cada uno en su propia concha, es el momento del sentido común y remar en la misma dirección. Siempre hay un futuro que reír o en su defecto, canciones para lamentarse y aburrirse como una ostra.

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