Cuando murieron los líderes palestinoYaser Arafat y los israelíes Isaac Rabin, asesinado por un extremista judío, y Shimon Peres –los tres recibieron el Nobel de la Paz por su acercamiento entre dos pueblos enfrentados– murió la esperanza de paz entre palestinos e israelíes. El pueblo palestino ha sido masacrado en las últimas décadas, cosa que he denunciado en multitud de ocasiones, pero eso no puede paliar ni justificar actos terroristas como el ejecutado por Hamás el pasado fin de semana, en la más sanguinaria tradición de la yihad islámica, es decir asesinando a civiles, niños, mujeres y ancianos incluidos. Una acción que nadie con un mínimo de humanidad puede diluir por otros actos también rechazables cometidos por el Gobierno de Tel Aviv contra las zonas de Gaza, bombardeadas sistemáticamente, con infinidad de víctimas civiles.

El terrorismo es terrorismo y todos deben rechazarlo, tengan la ideología que tengan. No pueden haber víctimas de derechas o izquierdas, como en este esperpéntico momento político español que vivimos solemos escuchar, sino víctimas inocentes. Que se lo digan, por ejemplo, a la española asesinada en el ataque de Hamás o al más del centenar de secuestrados que el grupo terrorista amenaza ejecutar si Israel reacciona con su acostumbrada crueldad. En cualquier caso, en medio del siniestro panorama actual, los que verdaderamente sufrirán las peores consecuencias del empeoramiento de un conflicto serán la población civil. En los días que llevamos de Guerra, los muertos se cuentan por más del millar en cada uno de los bandos.

Por si fuera poco este execrable acto terrorista y las brutales represalias que se temen, pueden ser el prólogo de un conflicto a gran escala en Oriente Próximo, donde se puede dirimir un frente encabezado por Irán y Siria, socios de Rusia, mientras al otro lado están los lazos tradicionales que unen a Estados Unidos con Israel, amén de la incómoda posición de Arabia Saudita. Una preocupante posibilidad que veremos si, para desgracia de todos, se confirma este nuevo frente en la geopolítica internacional. Europa, por cierto, se verá nuevamente azotada, con consecuencias sociales, políticas y económicas de un nuevo polvorín, con la guerra en Ucrania en las puertas.

Se ha dicho reiteradamente que ese punto de tensión no terminará hasta el mutuo reconocimiento palestino-israelí y se puedan trazar puntos de paz que al día de hoy es una quimera y los herederos de Arafat y Rabin no están precisamente en los gobiernos contendientes.

En fin, lo único real es una más de las muchas matanzas de inocentes sufridas en la dolorosa historia de la Humanidad.