Es bastante improbable que un ministro del interior, tras un lustro en el cargo, no salga mal parado. Demasiada materia sensible entre manos. Es evidente que el actual ministro, Fernando Marlaska, no es la excepción. Si además lo es en el primer gobierno de coalición de izquierdas de la democracia, más a más. A diferencia de sus antecesores de otras décadas, no ha tenido que enfrentarse al azote de ETA como ministro. Aunque como juez instruyó causas contra la banda, prohibió manifestaciones abertzales y ordenó la entrada en prisión de Arnaldo Otegui. Sustituyó en el cargo a Juan Ignacio Zoido, que a su vez había sucedido dos años antes a Jorge Fernández Díaz, muy recordado por su presunta responsabilidad en los casos kitchen o la "policía patriótica", en los que se utilizó el ministerio para ocultar la corrupción del Partido Popular o para perseguir a sus adversarios políticos. También por la insólita circunstancia de que el ministro de la policía fuese espiado en su despacho con escuchas ilegales.

Ahora Marlaska ha recibido un nuevo revés, con la sentencia del TS que anula el cese del coronel Pérez de los Cobos - el que, en su día, coordinó la actuación policial para impedir la celebración de referéndum del procés, con los resultados de todos conocidos-. El ministerio argumentó, como motivo del cese, que no informase a sus superiores, sin desvelar su contenido, de una investigación al delegado del gobierno, ordenada por una jueza, por haber autorizado una manifestación con motivo del 8M en Madrid. El interés de dicha investigación era saber si la manifestación había sido la causa de la expansión del virus en nuestro país. Tal como sostenía la oposición y sostenía la prensa conservadora. A pesar de que en esos días se celebraran numerosos eventos similares de carácter social o deportivo sin que ni a la jueza, ni a la oposición político-mediática, le pareciese relevante: poder culpar a las feministas de la pandemia les resultaba demasiado tentador. Según la sentencia del TS el coronel no tenía porque informar a sus superiores. Pero el problema no fue el cese, sino la forma en que se produjo. A mí, sin embargo, lo que me parece más sustantivo es el hecho de que policías bajo su mando elaborasen un informe cargado de errores, medias verdades o simples especulaciones, destinado a empapelar al delegado del gobierno y en perfecta sintonía con la estrategia de la derecha política y de la prensa conservadora.

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