Mirar al cielo. 1. Poesía

El Paraíso es donde todas las civilizaciones, teísmos, culturas y teologías han colocado a los dioses

Ese cielo azul que todos vemos, que ni es cielo ni es azul, (que los hermanos Argensola utilizaron como imagen para destacar A una mujer que se afeitaba y estaba hermosa y que trata el tema de las falsas apariencias) nos puede llevar mucho más allá de la rutina de nuestra vida, tan pegada a lo terrestre, a lo de la calle de al lado y al recorrido de cada día. Siempre, sin embargo, desde el principio, la especie humana miró al cielo. No lo hacen de igual manera otros seres vivos, a los que les basta poner en guardia sus sentidos para saber de lo de fuera. Algunos, incluso, como el imaginario Catoblepas sólo puede mirar al suelo porque todo hombre que le ve los ojos cae muerto. Pero los homínidos necesitaron mirar hacia arriba buscando algunas de las claves más elementales de su existencia. Mirar a las estrellas tratando de escudriñar su lenguaje, de averiguar qué nos pueden decir de nosotros. No por casualidad Dante termina con esta palabra ("las estrellas") cada una de las tres parte de su trayecto.

La anécdota canónica, real o inventada no importa a este propósito, de ese estar pendiente del cielo es la del sabio Tales de Mileto que, mirando a las estrellas, tropezó y cayó, en un pozo dicen algunas versiones, mientras una muchacha descreída le espetaba aquello de: ¿cómo puedes saber de arriba, del cielo, si no ves lo de abajo? Y, claro, lo que no entendía ni ella ni tantos descuidados como hay por ahí es que justamente la dialéctica arriba/abajo es el único camino para la permanente y definitiva pregunta: qué pintamos por aquí. Por eso Dante va percibiendo cada vez más claridad conforme se va acercando al Paraíso, que es donde, en todas las civilizaciones, teísmos, culturas y teologías los seres humanos hemos colocado a los dioses.

Y aunque Augusto Monterroso, en una demanda reduplicativa, lamente que lo peor del caso es que desde el cielo no se ve el cielo, siempre es posible una mirada tierna y de esencia candorosa, como la del joven Aleixandre cuando "en el abismo estrellas. Como los peces altos / se enamoró del cielo donde pisaba luces." Al fin y al cabo se trata de encontrar en ese cielo azul que todos vemos pero que ni es cielo ni es azul un poco de poesía, que nunca viene mal y tampoco en tiempos tormentosos en los que parece que siempre están ganando quienes tienen gana de pelea. Como, por ejemplo, puede ser el caso lo que ocurrió la semana pasada con la luna.

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