Noche de paz

Lo más preocupante, sin dejar de serlo la economía, es la falta de filantropía que las ciencias hace tiempo experimentan

Un día como el de hoy en el que su noche es llamada buena, cómo escribir de otra cosa, por muy sine die que haya titulado esta sección, que no sea de la Navidad. Aparte de la rutina comercial en la que se ha convertido esta época del año, plena de cantinelas ñoñas y deseos repetitivos de felicidad, en estos días se rescata al menos la posibilidad de romper una existencia anodina y vulgar. El espíritu de la fiesta no es más que eso, la posibilidad de alterar el día a día, unas veces agotador y otras insustancial, dando rienda suelta a la diversión y al descanso liberador. Trabajar cansa, tituló Cesare Pavese su obra poética; y tanto que cansa, incluso si se tiene la suerte de ejercer una profesión vocacional y llena de éxito. El trabajo no deja de ser una necesidad y en los tiempos que corren un lujo no al alcance de todos; pero como tal, no resiste a la metáfora de ser considerado un castigo divino.

En días, como este de Nochebuena y mañana el de Navidad, en los que hasta en épocas de guerra se detenían los combates, aunque sólo fuese por unas horas como muestra de ese algo de humanidad que podría conservar el deteriorado espíritu del hombre, sería deseable que aquellos que ostentan cargos de responsabilidad meditasen, aunque sea mucho pedirles, e indagasen para ver si encontraban algo de humanidad en su interior. Los avances en Psicología son muchas veces utilizados para manejar y controlar mejor a las personas, en lugar de ayudar a vivir. Cada vez es más necesaria la rehumanización de ese ser que dice llamarse humano, concepto éste tan manoseado y olvidado por los avatares de la Historia.

Nochebuena especial la de este año de miedo y restricciones. Annus horribilis sin duda, el que se va y los que se avecinan, según parece. Vivimos días de incertidumbre y vaticinan años duros, si es que alguna vez no fueron difíciles. Para justificar estas previsiones, los supuestos entendidos se basan fundamentalmente en datos económicos. Sin duda resultan contundentes y todo parece apuntar a que las previsiones serán aciertos más que seguros. Pero lo más preocupante, sin dejar de serlo la economía, es la falta de filantropía que las ciencias hace tiempo experimentan. Los seres hasta ahora denominados humanos, hace mucho que dejaron de serlo para formar parte de las estadísticas y los números. A pesar de todo, les deseo feliz Navidad y un annus mirabilis 2021.

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