S E avecina la hora de la verdad, y los partidos se muestran prudentes en público. Pero los populares, para sus adentros, sueñan en Andalucía con repetir los resultados de 2011 o 1995, cuando arrasaron en las capitales y controlaron más de la mitad de las diputaciones. En privado, las expectativas son tan altas, que lo que no sea igualar estos magníficos resultados, sabrá a poco. Enfrente, en cambio, los socialistas se conforman con minimizar las pérdidas, a tenor de las encuestas. Si conservan Sevilla junto a alguna que otra capital y sostienen tres al menos diputaciones, dirán que han salvado los muebles con la mejor sonrisa. Nadie pierde, ya saben.

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