LAS primeras indagaciones en el sumario instruido por el caso Gürtel, una vez levantado el secreto que pesaba sobre las diligencias, no arrojan grandes novedades sobre lo que ya se ha ido publicando, pero reflejan vinculaciones de la trama corrupta liderada por Francisco Correa con personalidades relevantes del Partido Popular. Aparte de la constatación de la abundancia y el lujo de los regalos que la red mafiosa otorgaba con generosidad a los líderes del PP valenciano, lo más destacado de lo conocido hasta el momento involucra decididamente al senador Luis Bárcenas, ex tesorero nacional del partido, como mediador entre las empresas de la trama y los cargos públicos que utilizaban sus mecanismos de poder y decisión para adjudicarles contratos en los organismos que dirigían. El informe policial se fundamenta documentalmente: en la contabilidad B de la red de Correa, intervenida a quien entonces la llevaba, aparecen numerosos pagos irregulares a L. B., L. Bárc. y L. Bárcenas, hasta sumar un total de 1,3 millones de euros ingresados por el ex tesorero, quien durante ese tiempo acumuló un importante patrimonio familiar. Este desvelamiento, y los que se esperan, apuntan a la responsabilidad de la dirección nacional del PP, que nunca actuó contra Bárcenas, nombrado para dicho cargo por Mariano Rajoy, y que, incluso tras su imputación, sigue manteniendo un despacho en la sede central del PP, que además se ha hecho cargo de su defensa. Al igual que ha ocurrido con anterioridad con el ex presidente de Baleares, Jaume Matas, que recibió un sueldo a cargo del partido y al que nadie dio de baja en la organización, sino que se esperó a su dimisión voluntaria, la respuesta de Rajoy continúa distinguiéndose por su pasividad. Un partido que aspira, con fuerte dosis de realismo, a volver a gobernar el país no puede estar exento de que a su sombra haya militantes y dirigentes capaces de corromperse. Pero se le exige que haga frente a sus responsabilidades y que cumpla su compromiso formal de ser incompatible con la corrupción. Rajoy, que ayer estuvo desaparecido, no está dando la talla en este grave desafío a su credibilidad y solidez.

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