Manuel Muñoz Fossati

Lo de Pamplona

Yo te digo la verdad

22 de diciembre 2023 - 00:30

Soy UNQUE a mí me parece increíble, resulta que a los políticos andaluces, encabezados por su máximo representante el presidente de la Junta, les preocupa más la moción de censura en Pamplona que los descarrilamientos y colisiones de los trenes. El asombro se puede extender a todos los políticos españoles, que se están movilizando mucho más por este asunto y por el de la amnistía que por la ínfima calidad que están mostrando las infraestructuras ferroviarias nacionales, huérfanas de esas necesarias inversiones que las equiparen a las existentes en la mayoría de nuestros socios comunitarios. Pero los incidentes y accidentes se acumulan, sin que nadie haya caído en llevar el asunto a los plenos del alborotado Congreso de los Diputados, o por lo menos sin que haya aparecido en primero, ni siquiera en segundo, plano.

El gran escándalo (el último) es precisamente el de la alcaldía de Pamplona, que por cierto fue ocupada no hace mucho por el mismo político de Bildu sin que a nadie se le ocurriera llamarlo entonces terrorista, o siquiera heredero de ETA. Que se sepa, Joseba Asiron no promovió ningún atentado durante su mandato de 2015 a 2019. Al contrario, durante los años 90 condenó rotundamente el asesinato del concejal pamplonés Tomás Caballero, actitud antiviolenta que reafirmó tras su elección como alcalde. Entonces, ¿dónde se sitúa la crítica a la moción de censura de ahora? Sencillamente, en el cambio de opinión del Partido Socialista de Navarra, que ha hecho posible ahora que se produzca. ¿Se está en contra de que EH Bildu gobierne la capital o de que el PSN sume su voto a esa moción? ¿La formación nacionalista de izquierda está legitimada para gobernar (como ya hizo antes sin escándalo), pero es inaceptable que sea con los votos socialistas?

El problema actual de la política española es que las sociedades vasca y catalana han asimilado ya asuntos como este de Pamplona y el de la amnistía, mientras que el resto del país sigue sin superarlo. A resolver este complicado dilema es a lo que deberíamos aplicarnos con toda la fuerza y la buena voluntad posibles, si lo que buscamos es la solución definitiva y la concordia nacional. Por ejemplo, si durante décadas nos esforzamos en hacer comprender al llamado ‘entorno de ETA’ que deberían abandonar las armas y defender sus posiciones dentro de la legalidad, no parece muy leal negarles ahora que jueguen sus bazas en las instituciones democráticas y por métodos democráticos. Por ejemplo, en el Ayuntamiento de Pamplona.

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