El perfil

'El Papelito' que traspasa las defensas

AUNQUE confiesa no saber porque le llaman así, Sebastián El Papelito Fernández cautivó a la afición del Banfield nada más llegar debido a sus dimensiones (1.68 metros y 72 kilos). Era inminente entonces el nacimiento de un apodo y, a las pocas actuaciones del charrúa en Buenos Aires, a los de el Taladro se les ocurrió El Papelito. Y es que el nuevo malaguista, al igual que uno de esos papeles de colores que caen desde el graderío de los estadios argentinos hasta el campo, conseguía con una facilidad pasmosa atravesar cualquier obstáculo, en este caso los muros defensivos rivales.

Precisamente, esta anécdota es indicativa de la principal virtud presente en el uruguayo. Un jugador penetrante e incisivo, que pierde con cada metro de lejanía con la puerta rival pero que en las inmediaciones del área supone un recurso de garantías.

Su presencia en el esquema táctico se adapta al concepto moderno de segundo punta, ya sea por una banda o por otra. Prueba de ello son sus registros anotadores, nada impactantes, ya que 12 goles en la temporada 2007/08 en el Defensor de Uruguay son su tope.

No obstante, Sebastián Fernández es el perfecto compañero para un delantero centro. Jugador de equipo, formó junto a Santiago Silva la dupla letal que llevó el primer título de la historia a las vitrinas del clásico Banfield.

Entre sus puntos fuertes, destaca el instinto ofensivo que posee por naturaleza. Como si de una presa se tratase, suele moverse al espacio libre y no duda en abrir su presencia a los costados, siendo un liberador de juego para el resto del arsenal del equipo. Pero si algo enamorará de El Papelito en La Rosaleda es su tesón y su brega durante todo el partido, sobre todo, ante la defensa rival. / J. R.

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