París no vale una 'misa'

Ha sido brutal la cirugía que ha tenido que aguantar el electorado con la siembra de tanta falsedad y mentira

Hay quien ha afirmado que se han celebrado hasta funciones de negras invocaciones -incruentas, claro está- para que esta enorme conjunción de astros, muchos de ellos obscuros, se pudiese producir y elevar a Pedro Sánchez, el candidato con menor bagaje de apoyo democrático, hasta su ansiada Presidencia del Gobierno de España, pero eso sí, después de haber dejado el país con un surco descomunal en el alma, con una cicatriz que lo ha vuelto a dividir en dos, quedando bien marcadas las geografías dolorosas de las dos Españas en el alma profunda de cada español.

Sí, ha sido brutal la tremenda la cirugía que ha tenido que aguantar el electorado con la siembra de tanta falsedad y tanta mentira. No existían precedentes recientes en la memoria. Y esperemos que esta actitud de ahora no llegue a marcar estilo, modo habitual, en el futuro, de comportamiento de los políticos a la hora de adquirir compromisos con su electorado, porque si eso fuese así, habría que certificar la muerte del sistema democrático.

Si resultó certero aquello de que "La verdad os hará libres" ¿qué es lo que puede suceder con tal enormidad de embustes que desde el PSOE, sin ningún rubor y desde la misma boca embustera de Pedro Sánchez ha salido, llegando ya a insensibilizar, casi, a los electores al escuchar tanta falsedad?

Porque, si es absolutamente legítimo que quien gane las elecciones pueda y deba llegar a la Presidencia y al Gobierno de la nación, es, del mismo modo, directa y proporcionalmente ilegítimo comprometerse a no pactar con quienes han matado, secuestrado, extorsionado y aterrorizado a toda la misma nación que se dice querer gobernar y después, una vez ganadas las elecciones, traicionar a los que le votan, a los que, con esa condición le otorgaron el voto y la confianza y aliarte con quienes, pese a haber pagado a la justicia lo que a la justicia debieran, dilapidaron voluntariamente todo su bagaje ético y moral para representar algo que con la vida y el futuro tenga que ver, pues sólo representan ya a la muerte y a las mayores vilezas.

Porque se envilece con esa apostura de obscura traición, aquel que simuló desear el alcance de la Presidencia y del Gobierno mismo, cuando llega a traspasar las líneas por él mismo impuestas en el procedimiento político que adopte para ello. No todo vale. El ejercicio de la democracia es, ha de ser sutil, limpio y claro. Desde la inmoralidad y la mentira, desde el engaño y la vileza no se puede alcanzar patente de demócrata, ni de político leal al pueblo soberano al que se dice servir.

Poco más quiero decir esta mañana, sino dejar bien patente el asco que siento por quien es capaz de estafar la voluntad y la confianza de los ciudadanos con tanta frialdad. No siempre 'París' llega a valer una 'misa'. ¿O no?

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