Peces de hielo

Si de lo que se trataba era de montar un espectáculo en medio de calle Larios

Me he quedado frío. Resulta que el 25 de julio zarpó de Groenlandia un barco con un iceberg en un contendor rumbo a Málaga y a 20 de octubre no había llegado. Hasta hace unos días sabíamos que, si en el Canal de Suez se cruza un petrolero, se forma un atasco del quince y todo quisque a esperar para no darle la vuelta a África. Pero pensábamos que el Atlántico era una autopista sin semáforos. Que, si decías que llegabas para primeros de agosto, la duda era si sería el 2 o el 5, pero no tres meses más tarde. En tres meses Colón va y vuelve de América y aún le sobra tiempo. Lo cierto es que el trozo del hielo ni ha llegado ni se le espera. Según el organizador, hubo un accidente, el iceberg salió volando, se hizo añicos y el trozo más grande que ha quedado es del tamaño de una sandía. Lo que normalmente se llama hielo picado y hace poco viable la idea original de exponerlo al sol. Colocarlo en medio de la calle para observar cómo se derrite, fruto del cambio climático y de que, en esta tierra en la que vivimos, un esquimal siempre tiene calor. Y más aún en verano, que es cuando se suponía que iba a llegar el envío. Como diría mi abuelo, no se le ocurre ni al que asó la manteca.

Recuerdo que, cuando era un chavea y en España solo había una cadena de televisión, el Telediario nos sorprendió con la noticia de que se había desprendido del Ártico un iceberg de dimensiones colosales. En aquellos días, en las noticias se barajó la posibilidad de remolcarlo hasta África para regar el Sahara sufragado por los petrodólares de una dinastía árabe. El asunto no fue a más. Supongo que, tras sesudos cálculos para evaluar su viabilidad económica y la huella de carbono de tan ingente maniobra logística, alguien debió pensar que, si los icebergs se derriten de manera natural a medida que se desplazan hacia el sur, a este le iba a pasar lo mismo.

Según reciente consulta en Google, el kilo de hielo en el súper está a 0,45 euros. Los 15.000 kilogramos del iceberg cuestan 6.750 € en la tienda de mi barrio y, al hacer ese pedido, te reglan una bolsa térmica para su transporte. Algo más que los 5.000 que solo ha costado el flete. Si de lo que se trataba era de montar un espectáculo en medio de calle Larios, podían haber comprado la nieve en Mercamálaga, ahorrándose la incertidumbre de un transporte tan accidentado. En cualquier caso, solo duraría lo que duran dos peces de hielo en un güisqui on the rock.

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