Juan López Cohard

‘Pedro y el lobo’

El zoco

14 de noviembre 2023 - 01:00

En el cuento infantil tradicional Pedro es un niño pastor que cuidaba su rebaño de ovejas en el prado. Aburrido, para llamar la atención de los vecinos, comenzó a gritar ¡socorro que viene el lobo! Cuando acudieron a socorrerle se encontraron con que todo era una mentira. Pedro repitió la mentira una y otra vez. Cuando de verdad apareció el lobo nadie acudió en su ayuda y se le comió el rebaño.

En la sinfonía homónima para niños, del compositor ruso Serguéi Prokofiev, Pedro consigue atrapar al lobo con una trampa y cuando aparecen los cazadores y quieren matarlo, Pedro lo evita y les pide que le ayuden a llevarlo al zoo. El final es tan feliz que incluso el pato que el lobo se había tragado, sigue vivo en su barriga, por lo que el oboe, que es el instrumento musical que lo representa en la sinfonía, sigue sonando.

En nuestro cuento de Pedro y el lobo que estamos viviendo, Pedro, para mantenerse en la Moncloa, acude a toda clase de mentiras y artimañas legales para soslayar la ley y guiar al rebaño de forma dictatorial. Tanto se acostumbró a esa forma de gobernar que, cuando el apoyo de los vecinos le flaquearon, para conseguir el número suficiente de votos, tuvo que aliarse con el lobo. Éste vio su oportunidad y le puso sus condiciones para darle el apoyo. Y Pedro las aceptó sin considerar las consecuencias que supondrían tales acuerdos, ya que con ellos, una vez convertidos en leyes, el lobo con toda seguridad terminará comiéndose al pueblo, al rebaño y al propio Pedro.

Entre los acuerdos que Pedro firmó con el lobo, aparte de una amnistía que deja impune al lobo ante el delito de haber devorado ovejas y algún vecino que otro, pactó “dotarse de un mecanismo internacional que tenga las funciones de acompañar, verificar y realizar seguimiento de todo el proceso de negociación y de los acuerdos”, o sea, unos extranjeros decidiendo en nuestra Patria (“…y cuando en hispana tierra / pasos extraños se oyeron, / hasta las tumbas se abrieron / gritando: ¡Venganza y guerra!” que clamaría el poeta en su “Oda al Dos de Mayo”); también pactaron que unas comisiones parlamentarias, o sea “políticas”, puedan enjuiciar si los jueces han cometido delito de prevaricación en sus sentencias por los delitos secesionistas pasados o en el futuro. O sea lo que en inglés, que es como se recoge en el pacto, significa “lawfare” (guerra legal) o judicialización de la justicia ¿Quién lo puede determinar si no un tribunal de apelación? ¿Una comisión política? (o sea: “a tomar por saco la democracia ¡Qué barbaridad!) Y, tercero, un compromiso de cesión del 100% de los impuestos. Con lo que las demás autonomías tendrían que equilibrarse gravando todos los productos importados que fuesen catalanes (Un absurdo).

¿Qué ocurrirá? Pues dado que el acuerdo es entre PSOE y JUNTS y ni uno representa a España (el Gobierno está en funciones), ni el otro a Cataluña (es total y absolutamente minoritario), los españoles intentaremos dar caza al lobo y condenaremos a Pedro por aliarse con él antes de que el pacto se traduzca en una ley. Y nadie condena que la mayoría de votos en el Congreso la tenga Pedro, es lo que las urnas han dicho. La condena es a conseguir la mayoría mediante un canje de lo que no es suyo; eso es lo ilegítimo. Y no es el PP, ni VOX, ni partido alguno quién clama en contra, es el pueblo español. Pedro, quédate con tu lobo pero que no se atreva a comerse al rebaño. Ése es nuestro. De todos los españoles.

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