Ignacio del Valle
Sabor a puente
La esquina
La marcha de Pedro Sánchez en el primer tramo de su nueva legislatura iba razonablemente bien: decretado el pase de la página de la amnistía, preparada para su anuncio inminente la agenda social que justificaría los pactos que validan el Gobierno “progresista”, con el fiscal general pidiendo ya los expedientes de los independentistas procesados para tenerlos listos en cuanto se apruebe la ley de amnistía –después de negarse a hablar de ella porque todavía no está aprobada–, designado como director de la agencia de noticias en español más importante un amigo de la casa y ratificado como director/manipulador del CIS no un amigo sino un hombre de la casa (la primera vez que le dieron este cargo era miembro de la ejecutiva federal del PSOE, y aún pretendió el hombre seguir en ella compatibilizando los dos puestos) y con las manifestaciones en claro declive por hartazgo y resignación, ¿qué puede salir mal?
Y entonces va Podemos y se larga de Sumar llevando a sus cinco diputados al Grupo Mixto. Eso sólo significa que tendremos que negociar un poco más, ha venido a decir Pedro Sánchez. Empezó el PSOE la legislatura pactando con seis grupos parlamentarios y pensando que habría de negociar con ellos durante todo el mandato: Sumar, dentro del Gobierno, y Junts, ERC, Bildu, PNV, Coalición Canaria y BNG, fuera. Ahora, con Podemos independizado de su criatura Sumar, serán siete.
Lo bueno para Sánchez es que ninguno de ellos está dispuesto a apoyar una hipotética moción de censura de la derecha. Por tanto, apretarán todo lo que quieran y puedan, pero sin romper la mayoría. Ahora bien, la mayoría es algo más frágil, sometida a chantajes permanentes y tan ajustada que no aguantaría ninguna defección en mitad del camino. La ida de Podemos al Grupo Mixto hace más difícil la estabilidad. No sólo porque esté emberrenchinada y propensa a exigir siempre más que Sumar, sino también y sobre todo porque sus reivindicaciones serán contradictorias con las de las derechas aliadas (Junts, PNV, canarios), igual que las aliadas independentistas (Junts, ERC) competirán aún más crudamente que ahora por sacarle el máximo al debilitado Sánchez. Como la mayoría es tan justita, cada presupuesto, cada ley y cada programa que necesite mayoría absoluta exigirá contentar a los siete, cada uno de su padre y de su madre y con intereses difícilmente compatibles.
Sí, lo de Podemos va a ser un problemilla.
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