D ESCONOZCO las verdaderas razones del presidente del gobierno para proponer tan radical giro en nuestra tradicional posición sobre el Sahara. Deben ser éstas muy poderosas, teniendo en cuenta que Pedro Sánchez preside un gobierno cuyos coaligados han hecho de la defensa de la República Saharaui una seña de identidad. Es muy probable que los motivos de fondo de la polémica decisión de Sánchez haya que buscarlos en la posición de nuestro país ante los profundos cambios geoestratégicos. Y que sea la naturaleza de esas razones las que impida a Pedro Sánchez ser más explícito. Dice Byung-Chul Han que, al ser la política una acción estratégica, la transparencia total la paraliza. Sea como sea, tal situación hace que el presidente quede excesivamente expuesto ante las críticas que recibe desde todos los frentes. Y, probablemente, sea las consecuencias de tal vulnerabilidad lo que no se midió adecuadamente. Pero creo que ningún presidente del gobierno tomaría una decisión de ese carácter sin tener en cuenta los intereses de Estado.

Ninguno menos Aznar, claro: su decisión, estrictamente personal, de sumarse al trío de las Azores provocó la mayor quiebra del consenso en política exterior. Puso en riesgo, irresponsablemente, los intereses nacionales, por su seguidismo de la estrategia de la administración Bush, Cheney, Rumsfel & cia, de dividir a los europeos entre la vieja y la nueva Europa. En esa última quería Aznar integrarnos, junto a los países que hoy constituyen la Europa iliberal y los defensores de Putin en la UE. Países enfrentados, ante la invasión de Irak, a nuestros tradicionales aliados en la UE, Francia, Alemania, Italia, etc. Hoy sabemos que sólo el narcisismo del presidente Aznar, por verse en la foto del trio de las Azores, provocó aquella desastrosa decisión. Como ha quedado demostrado, más allá de toda duda, mintieron sin el menor escrúpulo sobre las armas de destrucción masiva. Un glorioso precedente de las fake news de Trump. El egocentrismo de Aznar y su ilusión infantil de poner los pies sobre la mesa del rancho de Bush son las únicas explicaciones posibles a la mayor torpeza cometida en política exterior por ningún presidente. De la ridícula invasión de Perejil hablaremos otro día.

Entiendo todas las críticas a Pedro Sánchez, pero no las del Partido Popular -y sus clérigos mediáticos- por aquel inmenso error que quien fuera su presidente se ha negado a reconocer, con su ilimitada arrogancia.

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