Rosa de los vientos

Pilar Bensusan

bensusan@ugr.es

El Postdivisionismo

La democracia avanza hacia fórmulas que necesitarán mecanismos para lograr la independencia que ahora ni existe

Que vivimos una época convulsa, nadie lo duda. El procés catalán ha puesto en jaque al Estado de Derecho y el pueblo se revela contra el Poder Ejecutivo, por su pasividad o por su "dureza".

Se revela también contra el Poder Judicial por sentencias como la de 'la Manada' en espera de un desenlace más acorde con la sensibilidad social y no con lo que dice la Ley, que es lo que aplican los jueces, mientras que el Ejecutivo censura al Judicial.

Y se revela contra un Poder Legislativo sin credibilidad por la corrupción y por el injusto sistema electoral que sólo nos da derecho a meter una papeleta en una urna cada cuatro años, sin listas abiertas, ni igualdad de voto, ni referéndums.

Con los tres poderes desacreditados, los ciudadanos debemos tomar las riendas y gestionar la vida pública local, regional y nacional para los propios ciudadanos.

Vivimos el tránsito de la democracia con división de poderes impura hacia la democracia inmediata, ya que los tres poderes están siendo desbancados por otros dos que son aliados naturales: el cuarto poder: los medios de comunicación-redes sociales y el quinto poder: el pueblo. Los procesos más recientes demuestran esa inexorable tendencia. Los ciudadanos empiezan a resolver tareas propias del Ejecutivo y Legislativo y a cuestionar al Judicial y los medios les ayudan a dimensionar sus demandas para que aquellos reaccionen por pánico a la crítica.

No es ya época de hacer práctica la teoría de Montesquieu, ya se hizo en el siglo XX, sino del Postdivisionismo. Ahora el primer poder son los medios-redes y el segundo el pueblo, y de futuro los otros tres estarán sometidos a ellos de manera inmediata.

La fuerza del pueblo -justa o no- se impondrá provocando el mayor cambio en la estructura política del siglo XXI y las tecnologías serán su instrumento aliado. Nos dirigimos hacia otra forma de pensar y ejercer la política y no es que Montesquieu haya muerto es que su teoría ha sido distorsionada y sobrepasada por una realidad tan distinta que no tiene cabida como tal.

El pueblo sustituirá al Ejecutivo y Legislativo, y su control y el del Judicial estará en los medios-redes, nos guste o no, pero demostrado está que quitan presidentes y crean conflicto donde y cuando quieren (sin ellos el procés sería una quimera, Puigdemont un espectro y 'la Manada' y sus jueces anónimos).

La democracia postdivisionista avanza hacia otras fórmulas que necesitarán mecanismos correctores para lograr la independencia que ahora ni existe.

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