El rebalaje

Laura / Teruel

Primer cumpleaños

03 de junio 2016 - 01:00

EL primer año de vida es el más importante. Aprendemos a relacionarnos con el mundo, balbuceamos palabras y empezamos a caminar. En estas fechas se celebra el primer cumpleaños del Ayuntamiento del cambio en Málaga y, en mayor o menor medida, todos los grupos evidencian que, en esta nueva situación, están en pañales.

El hermano mayor, el que mandaba hasta que se multiplicó la troupe, Paco De la Torre, no se adapta a la nueva realidad. Acostumbrado a actuar a voluntad -a utilizar el metro como arma arrojadiza, a comprar inmuebles ruinosos a precios de oro- no ha entendido aún que tiene que contar con los demás para gobernar y se ha limitado a capear cada envite de la oposición - por no hablar de los de su partido- sin tener ningún proyecto de futuro para la ciudad.

Por la otra bancada, María Gámez, mientras confiaba en que la inestabilidad agotaría a De la Torre antes de tiempo y ella tendría posibilidad de lograr los apoyos para una moción de censura, se hizo oír. Cuando asimiló que eso no iba a suceder, pues el alcalde ha sobrevivido a lances políticos mayores, desapareció de escena. La socialista no está liderando la oposición como se suponía. A Eduardo Zorrilla le ha costado menos asimilar la familia numerosa porque ha seguido siendo el pequeño.

Los nuevos han tomado caminos muy diferentes. Ysabel Torralbo, como quien aprende a hablar -al menos, en jerga política-, se aferró a dos conceptos y no para de repetirlos: consulta ciudadana y municipalización. Desde Limasa al antiguo Bobby Logan, la representante de Málaga Ahora ha defendido engrosar la administración local a la vez que vaciar las arcas municipales vetando los convenios de las torres de Repsol o el hotel Moneo. Cassá llegó como el niño mimado por su hermano mayor pues empezó encontrando en él un aliado. El alcalde pensó que, tras concederle algunas peticiones de partida contaría con su apoyo durante todo el mandato pero no ha sido así. La imprevisible formación naranja ha sabido dar aire al gobierno local y a la oposición alternamente.

Así que el niño, el pleno, cumple un año y, en lugar de dar pasos y aprender a relacionarse como correspondía, se ha instalado en las rabietas. Aunque, eso sí, parece mayor porque trae ya aprendido el atrincheramiento y el "no" contra la bancada de enfrente.

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