Tiempo Un frente podría traer lluvias a Málaga en los próximos días

Psicología para la lluvia

¡Qué maravillosos tiempos estos en los que podemos solucionarlo todo yendo al psicólogo!

Los días de lluvia son malos para el entusiasmo. Dirán ustedes que últimamente vivimos más cerca de la sequía, y sin embargo no abundan las noticias que nos alegran los días; pero imagínense la inflación, la guerra de Ucrania, el desbarajuste de la justicia, y el gobierno italiano bajo cielos grises y lluvia constante. Tocaríamos suelo, porque el agua es imprescindible para vivir, pero sin sol que las seque, las calles permanentemente mojadas son demasiado resbaladizas. Como siempre, la virtud consiste en encontrar el equilibrio.

Julián es un soltero empedernido, que se siente feliz sólo cuando es él mismo quien se acompaña, y al que nada le gusta más que ver un partido de su Real Madrid con una cerveza fría en la mano. El calor le agobia, pero cuando llueve su alma reverdece, recuerda, se inunda de nostalgia, sólo escucha canciones melancólicas bellísimas y hasta recupera en alguna plataforma televisiva aquellos westerns que veía en un pequeño cine del centro de la ciudad con su abuelo. Ya cerró y ahora el edificio lo ocupa una multinacional de ropa que tiene al regatón como banda sonora. Cuando llega el verano, si pudiera contrataría a un brujo de esos que atraen la lluvia. En justa correspondencia con su manera de sentir, su vida está repleta de charcos en los que se mete con el entusiasmo despreocupado de los niños.

El último ha consistido en adoptar un perro del que se enamoró por su mirada triste que él confundió con cariñosa. Pero pasados unos días el animal sacó a relucir su carácter dominante y empezó a marcarle a base de gruñidos y amenazas de ataque. Ahora está gastándose una cantidad de dinero desorbitada en asistir, junto al perro, a clases de terapia para reconducir la situación. Resulta que le ha salido macho dominante.

Para mí, que estos problemas sólo ocurren en las ciudades del primer mundo, donde cada vez hay menos espacio para andar y más caminantes de aspecto cansino tirando de la cuerda de un perro. Uno de esos, que cuando llueve y no le pueden sacar a pasear, se pone hecho una fiera; y luego hay que llevarle a terapia, cuando lo único que el pobre animal quería era sentir sobre su piel la libertad de las nubes para convertirse en agua. Al final todo es más sencillo de lo que creemos. Simplemente hay días en que llueve. Pero ¡que maravillosos tiempos estos en los que podemos solucionarlo todo yendo al psicólogo!

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