La tribuna

Radiografía del 'botellón'

El botellón es un fenómeno ampliamente conocido y practicado dentro del territorio español. La continua masificación entre los jóvenes hizo que en Málaga diversos ciudadanos presentaran quejas al Ayuntamiento referentes a este fenómeno. Ruido, incomodidad y suciedad molestaron a gran cantidad de malagueños que trataron de poner fin al botellón. Con su respaldo, el Ayuntamiento decidió que sólo se pudiera beber en ciertos lugares que se acomodarían para tal uso. Esto trajo consigo un nuevo aluvión de críticas que dieron lugar a que actualmente esté totalmente prohibido beber en cualquier lugar público de la ciudad de Málaga.

El problema en la localidad de Málaga se ve acentuado porque entre los jóvenes se hizo popular el hecho de quedar en la céntrica Plaza de la Merced, alrededor de la cual hay múltiples bares y discotecas. Como el Ayuntamiento decidió prohibir que se bebiera allí y habilitó para tal efecto el Paseo de los Curas, todos los locales cercanos a la plaza se vieron afectados y comenzaron otras protestas. Además, aquellas áreas recreativas situadas en la zona del Puerto vieron aumentada su clientela por la proximidad con la zona habilitada para botellones. La posibilidad de competir era muy baja.

Es fácil entender estas protestas ya que los impuestos y licencias que estos locales pagaban por ejercer su actividad les impedían poner unos precios lo suficientemente competitivos como para que los jóvenes no tuvieran problema en acudir a ellos, pese a la distancia. Esos impuestos oscilan entre los 2,78 euros/hl en una cerveza con una graduación del 1,2% hasta los 830,25 euros/hl en bebidas con graduación superior al 22%. Además, los locales con música deben tributar de forma periódica 39,5 euros/m2. Esos impuestos pueden servir para solucionar los problemas derivados del botellón, pero es algo que ni se plantea.

Los bares se ven obligados a recortar costes sobre unos precios muy abultados debido a los impuestos, haciendo que las mejoras de eficiencia apenas sean perceptibles. ¿Se puede vender más barato? Sí, se puede vender a menor coste pero esto conlleva una perdida irremediable de calidad, que nuevamente acaba repercutiendo negativamente sobre el número de clientes. Este recorte de costes sobre la calidad es lo que se conoce como garrafón, es decir, vender un licor de mala calidad en la botella de otro de renombre a un precio algo inferior.

Son, por tanto, los impuestos y la calidad los que debilitan la competencia que se puede ejercer frente al fenómeno del botellón. Al tener los bares que subir los precios a causa de los tributos y recortar la calidad, son los supermercados los que tienen la posibilidad de vender más barato mejores productos.

Es conveniente que se comprenda que a los jóvenes de hoy no les gusta más el alcohol que a los de antes. Los jóvenes de hoy, al igual que los de antes buscan un lugar donde encontrarse, charlar y conocerse. Es fácil equivocarse y razonar que como los jóvenes demandan más alcohol que antes, su función de demanda respecto al alcohol es mayor hoy que antes, es decir, que tal y como se dice en economía, las preferencias por el alcohol han aumentado, pero eso no es cierto. Lo que ocurre es que al disminuir los precios (sobre una demanda constante), el alcohol es más asequible y a través de una aplicación directa de la ley de la demanda obtenemos como resultado un mayor consumo. Por tanto, el aumento del consumo de alcohol no implica que hoy en día guste más que antes, sólo que han bajado los precios.

Con estos argumentos, todavía cabe pensar en ciudadanos que razonen de la siguiente manera: si los bares son caros y no se puede beber en la calle, ¿por qué no compran bebidas y las toman en su casa? Porque cada persona va a tener un incentivo a no quedarse en su propia casa ya que después hay que limpiarla, en tanto que la higiene de la calle es un bien público y los incentivos a estar en ella son mayores, pues ninguno de los presentes se va a esforzar (en el sentido estricto) en limpiarla. El problema del botellón presenta muchísimas características que debería poder resolver un buen economista.

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