El puchero

Teresa Santos Tsantos@malagahoy.es

Regalo de Reyes

TARDE fría de diciembre. Un hombre carga a cuestas con su tragedia y decide llamar a una puerta, pedir ayuda. Se sorprende. Siempre se sorprende cuando encuentra un interlocutor dispuesto a escuchar su historia.

Su relato, lo sabe, puede ser uno entre muchos, no más dramático que otros surgidos de la gran crisis.

Está agradecido. Ya le ayuda el panadero y varios comerciantes de la barriada de San Andrés y la Asociación Padre Huelin y, así, mal que peor van pasando los días sin que surja una oportunidad auténtica para salir del agujero. Ha decidido ofrecer su historia a un programa televisivo de reporteros. Intenta ser concreto, no exagerar para que su interlocutor comprenda que no está ante un caradura ni ante alguien que busca el camino fácil.

Miguel García todavía no lo sabe, pero está de suerte. Su historia ha conmovido a Jesús Navarro, reportero de Andalucía directo de Canal Sur, y la tragedia de Miguel de un día para otro deja de ser anónima.

Todo iba bien en su vida hasta que un accidente le apartó del tajo y se quedó sin trabajo en el peor de los momentos. Pasó de vivir una vida desahogada a sobrevivir con 429 euros de ayuda familiar. Su mujer en paro, sus hijos en etapa escolar y una espada de Damocles amenazando: una orden de desahucio que se tenía que ejecutar el 14 de enero.

Miguel debe ya 4.000 euros a su casero, pero su fragilidad para modificar la actuación judicial, sus lágrimas ante lo inminente, conmueven a una mujer que está ante el televisor y que llama al programa para ofrecer ayuda económica. Una ayuda anónima de 6.000 euros para frenar la orden de desahucio y pagar las deudas más inmediatas.

Hace de esto no más de unos días. Ayer, mientras las cabalgatas de Reyes recorrían las calles de nuestras ciudades y pueblos, dos niños tenían ya un regalo navideño por adelantado. Y con ellos, el regalo nos llegaba a todos los que amamos el reporterismo, ese que defendía Ryszard Kapuscinski en La misión del reportero: la historia que se desarrolla ante nuestros ojos, la que podemos observar y en cuya evolución podemos participar.

Si somos capaces de remover conciencias, estamos salvados. El periodismo empieza a recuperar espacios de los que fue desalojado, cuando se descubrió el entusiasmo de las audiencias por los asuntos frívolos de personajes irrelevantes aunque populares.

A fin de cuentas, también lo decía Kapuscinski, el reportero, entre sus muchas dependencias, es esclavo de la gente, no puede hacer más que aquello que la gente le permita: "Sin la ayuda, la participación, la opinión y el pensamiento de los otros, no existimos".

Hoy, día de Reyes, nuestro mejor regalo es poder contar una historia cuya protagonista es la bondad, la de esa mujer anónima que ha sido capaz de desprenderse de parte de sus ahorros para ayudar a una familia.

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