Gonzalo revilla

Simplificación de la complejidad

Las grandes agencias simplifican el mundo porque al hacerlo exculpan a sus patrones

El mundo es complejo. Lo sabemos. Por eso resulta tan irritante la simplificación que a veces usan las grandes agencias de noticias para contarnos esas complejidades. Ocurrió con la guerra de Ucrania, que de pronto surgió en el panorama mediático, aunque era una guerra que llevaba varios años activa. Todo el relato de este conflicto se ha construido alrededor de Putin, un malvado al estilo Marvel. Poner el foco sólo en él ha permitido que pasemos por alto otras cuestiones: los intereses de Estados Unidos en la zona, los equilibrios de China para seguir haciendo negocios y diplomacia al mismo tiempo, la dependencia de Europa a nivel energético. Sin todo eso encima de la mesa resulta imposible entender, por ejemplo, la negativa actual de Macron al gaseoducto MidCat. Es una cuestión de geoestrategia política: no quiere salir de una dependencia energética y hundirse en otra.

La misma simplificación nos la aplicaron en el conflicto diplomático de Taiwán: la visita inocente de Nancy Pelosi a esa isla desató unas espectaculares maniobras militares, aviones y misiles aquí y allá. Nuevamente: ¡qué malos tipos son estos chicos, que se enojan porque una señora visite un país vecino!. Luego se fue filtrando la intrincada malla económica que había por debajo, los semiconductores, la ambigua identidad territorial de este trozo de China no tan chino, el papel de los vendedores de armas (léase Estados) a cambio de favores geoestratégicos, nuevamente.

¿Nos simplifican el mundo porque piensan que no podremos abordar la complejidad? No. Porque de hecho es más fácil entenderlo una vez se tienen todos los elementos. Las grandes agencias de noticias simplifican el mundo porque al hacerlo exculpan a sus patrones. Porque mientras pensemos que las guerras, el hambre o el desastre ambiental son causadas por un malvado inconsciente y cutre no buscaremos los intereses económicos que enmarañan cada conflicto. Ni a los personajes que están tras dichos intereses. Y que financian esas agencias.

No podemos permitirnos seguir tragando noticias sin preguntar. Lo que está en juego es nuestra libertad, nuestra ciudadanía. Hay que aprender a cuestionar lo que nos cuentan, sobre todo cuando el relato sea simple, ingenuo, descontextualizado. Que no se rían de nosotros. Basta ya.

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