Vinieron a cumplirse, apenas hace dos días –el cinco de junio– ciento veinte y cinco años del nacimiento de aquel granadino universal que fue Federico García Lorca. Una vida fertilísima, segada con crueldad e irreflexión cuando era aún muy joven y podían esperarse en él muchos más frutos de su genio creativo y singular. Tras el destello, el fogonazo en la negra boca del fusil asesino, el silencio de la muerte arrancaba de raíz el alegre canto de los sueños y los felices ideales de un poeta y dramaturgo excepcional.

Desde hace unos lustros, en su casa natal de Fuente Vaqueros se rememora, anualmente, el parto feliz de doña Vicenta, la maestra de aquel pueblo de la vega granadina, esposa de un rico hacendado labrador que, en aquella tarde de la primavera de 1898, mientras España mermaba por los mares de Cuba y Filipinas, dejaba oír en el sesteo el llanto nuevo, de un niño nuevo, en una tarde nueva de felicidad familiar. El día cinco de junio, a las cinco de la tarde se ha venido conmemorando ese feliz nacimiento, el de Federico García Lorca que tan universal es para sí mismo y para su tierra granadina, cuyo corazón habría de romper para siempre con su pronta muerte, a los 38 años, no por acto de guerra, como pudiera parecer, sino por vil y despreciable asesinato.

Un asesino no es de derechas ni es de izquierdas –políticamente hablando– sino que es sólo eso, un despreciable y voluntarioso homicida, No obstante, la muerte se ha adjudicado a la derecha y de la gloria postrera se apropió la izquierda, sin que Federico fuese ni lo uno ni lo otro. Nunca militó en partido alguno.

El estruendoso fracaso electoral en los últimos y próximos comicios del socialismo al uso, va a propiciar que, en plenitud democrática, el gobierno de la Diputación Provincial de Granada deje de ser de ese tipo de socialismo radical y oportunista en que se ha transformado, recientemente, la ideología del PSOE, gobernará, pues, igual que muchos ayuntamientos, el liberalismo conservador del Partido Popular. El pasado día 5 y en la casa natal de García Lorca, José Entrena, aún presidente de la Corporación Provincial –en funciones– con ridícula y afrentosa suficiencia, afirmó, sin la menor vergüenza o sonrojo, que “de aquí en adelante puede peligrar la democracia y las libertades hasta ahora alcanzadas”. Sabemos que esa afirmación es sólo producto de impotencia, rabieta y pataleo. Lo que sí les ha retirado el peso de las urnas es el poder, muchos gobiernos municipales y autonómicos –y puede que pronto hasta el gobierno de la nación– por ese equivocado concepto que tiene esa izquierda errónea al creerse dueña y administradora única de los derechos y las libertades de los ciudadanos. En eso, el socialismo es absolutamente regresivo y casi medieval ¿O no?

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