Bloguero de arrabal

Pablo Alcázar

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Sumisión en la Granja

Iván Redondo y Miguel Ángel Rodríguez son las pitirras del poder: engüeran huevos ajenos, en perjuicio de los propios

En el duermevela suelo apuntar en papelillos ideas para mi artículo semanal. La frase que encontré ayer, al despertar, me resultó incomprensible, como obra de un autómata o de un sonámbulo:"Pitirras, Iván Redondo, la caperuza de plomo, Miguel Ángel Rodríguez, rebelión en el corral", decía. Para reconstruir su sentido - y poder escribir esta columna- hube de rastrear en mi memoria algunas pistas. Primera: Por Avicultura.es, la web de una granja de pollos, había sabido días antes que las pitirras son unas gallinas enanas que se quedan cluecas con facilidad y que se utilizan para engüerar los huevos de las gallinas más grandes, pero menos responsables. Son, pues, madres subrogadas de los polluelos de otras. Segunda pista: hace poco leí en la Revista de Occidente un cuento titulado La caperuza de plomo. Trata de un escritor que se marcha al campo en busca de paz para terminar un libro; pero al que, tras instalarse cómodamente, el quiquiriquí de un gallo no le deja trabajar. Entonces, el escritor le coloca en la cresta una caperuza de plomo para que no pueda erguirse y entonar su molesto quiquiriquí. Cuando le quitó la caperuza, seis meses después, el gallo no volvió a cantar. Tercera: Iván Redondo y Miguel Ángel Rodríguez son asesores en la sombra de personas con poder. Aznar, Ayuso, Sánchez. Su trabajo consiste en aconsejar y redactar los discursos de sus jefes. En proporcionales frases de apariencia vacua pero que encierran más que la noche. Cuarta pista: George Orwel en Rebelión en la granja cuenta como los animales se rebelan contra el granjero para terminar infectados por los mismos vicios que este. Conclusión: Rodríguez y Redondo son las pitirras del poder, engüeran los huevos de otros, porque los suyos son pocos y pequeños. Dedican su innegable inteligencia a acallar las protestas de la gente con promesas hueras, palos y zanahorias, cervecitas, falsas libertades y privatizaciones. Cuando los perjudicados se queden sin Escuela, sin Sanidad y sin prestaciones sociales será demasiado tarde. Aplastados sus cantos de igualdad, de justicia y de libertad auténtica por las mentiras de plomo de estos flautistas de Hamelin, aceptarán resignadamente, como algo inherente a la condición humana, el que en la granja todos los animales son iguales, pero que algunos animales son más iguales que otros.

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