Al final del túnel
José Luis Raya
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Entre leones
En menos de un mes, toda la educación obligatoria debería haber iniciado el curso escolar 2020-2021. La vuelta a las aulas es un signo inequívoco de recuperación de la normalidad, después de que los colegios e institutos lleven vacíos medio año, desde que en los primeros días de marzo se decretó que los menores no fuesen a clase. El curso anterior fue, por ello, el más atípico vivido nunca, resuelto -insatisfactoriamente, a mi juicio- mediante la evaluación on line, que tuvo más de aprobado general que otra cosa.
A escasas semanas de que los niños y adolescentes recuperen la rutina perdida, la incertidumbre sobre si será factible es grande.
Recuperar la educación presencial es mucho más que ejercer un derecho de acceso universal: es esencial para el desarrollo de los menores -incluso psicológico- y vital para que el sistema social que hemos construido en democracia funcione.
Y que las aulas vuelvan a llenarse es tarea de todos. En primer lugar, cómo no, de la Administración, que debe poner normas y medios que hagan posible el desarrollo del curso aun con el creciente número de contagios de Covid-19 que hemos vivido desde que vivimos en esta nueva realidad, que nada tiene de normalidad.
Y esa responsabilidad, que en nuestra comunidad ejerce la Junta de Andalucía, porque está entre las competencias estatutarias, exige que sólo se trabaje en el supuesto de que el curso se desarrolle en los centros, presencialmente, y sin pensar en un horizonte de mandar a los chicos de nuevo a casa.
También es tarea de los docentes, que deberían ser los más interesados en que la formación de los alumnos sea la adecuada. Y de los padres, que debemos comprometernos con nuestra obligación de que la escolarización sea plena, para que los hijos demuestren la competencia en las materias impartidas y aprendan también a socializar y responsabilizarse. Por eso sorprende algunas convocatorias de huelga y las protestas de algunos padres organizados -seguramente en más de un caso también politizados- antes de ver cómo empieza el curso.
Pretender que la Administración lo resuelva todo es infantil. No podemos eludir ni el compromiso ni la responsabilidad.
El riesgo cero no existe. Siempre ha habido contagios de enfermedades en las escuelas y hasta este coronavirus no se llegó al extremo de suspender las clases presenciales en todas las aulas. Todos los actores han de comprometerse a actuar con la máxima cautela y siguiendo las normas que se dicten. Nos jugamos el futuro en ello.
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