Crónicas levantiscas
Juan M. Marqués Perales
Qué bostezo
LOS descerebrados asesinos de ETA nunca toman vacaciones. El terror es su trabajo y en crearlo se afanan poniendo todo su empeño y todos los medios que tienen a su alcance. El brutal atentado de la madrugada de este miércoles pasado estaba destinado a causar una masacre indiscriminada. Afortunadamente sólo han resultado 64 heridos leves. No consiguieron matar a nadie gracias a que la gente de bien sí toma vacaciones. Esos apocalípticos jinetes que siembran la muerte y el terror, que han cambiado la guadaña por el hacha y que adoran a la bicha, lo hacen bajo la excusa de liberar, sin que nadie se lo haya pedido, a un pueblo de una opresión imaginada que nunca existió. Pero esas viles alimañas son respaldadas por ideólogos y políticos (entre comillas) que con sus argumentos dan cobertura a esa excusa, permitiendo así disfrazar sus atroces acciones con una pátina de lucha patriótica. Al conocer, poco antes de escribir estas líneas, el atentado de Burgos vino a mi memoria una estrofa escrita por uno de esos ilustres ideólogos que le dan cobertura a la bestia: "Pero no puedo expulsar de mi corazón el terror / cuando pienso en la noche / y en la posibilidad, todavía, de un monstruoso asalto nocturno / que convierta este pequeño mundo perdido y solitario / en un terrible incendio". Son palabras del dramaturgo y ensayista Alfonso Sastre. Me pregunto: al ver tanto sufrimiento, tanto llanto, tanto miedo en las víctimas de sus alentados chacales, ¿se acordará de lo que sentía cuando las escribió? ¿Cómo puede haber gente que ampare el terror? Ellos son ciertamente los causantes de la locura etarra.
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