En tránsito
Eduardo Jordá
Te vigilamos
Desde mi córner
Más pendiente de guardar la ropa que de nadar hacia la otra orilla, España logró su primer triunfo en esta Liga de Naciones. Un triunfo conseguido sin jerarquía alguna, dejando que el crono corriese y pasando unos miedos cervales cuando un gol del rival hubiese supuesto una irremediable tragedia. Y es que entre la tarugada habitual de Unai Simón y el entusiasmo suizo, esa tragedia rondó demasiado cerca nuestra portería.
La aventura helvética, que era de las de ganar por lo civil o por lo militar, la planteó Luis Enrique con varios cambios respecto a lo utilizado en Praga y similar al equipo que cedió un empate en Heliópolis. Y sin Eric García, blanco de críticas y objetivo a defender por Luis Enrique, Lucho para los amigos, en ese afán del astur por llevar la contraria a la mayoría. Todo se libraba en campo local, pues a la superioridad hispana se unía el conservadurismo suizo.
Con Marcos Llorente aportando verticalidad y el omnipresente Gavi rompiendo líneas, España iba a ponerse por delante muy pronto con pase del colchonero y remate de Sarabia con suspense, pues el VAR lo chequeó para darle validez al gol por el bigote de una gamba o poco más. Y hasta el descanso, monólogo español, pero sin que Sommer pasase apuro alguno. A esas alturas de la vida, nadie hubiese apostado un centavo por los suizos, pero esa misma vida da unos cambios...
Y es que Suiza, aunque algo tarde, dio un paso adelante y ya sabemos de la pobre solvencia defensiva del equipo español. Y, como en Sevilla, la salida de la escena de Gavi supuso que el rival ganase peso en el centro del campo para que ese paso adelante se convirtiese en una amenaza real para nuestros objetivos. Eso acarreó también que España, de tanto mirar al crono, se fuese yendo paulatinamente del partido para solaz de una Suiza que acarició el empate.
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