Mar de fondo

Julián Molina

Valores humanos

A mucha gente le hará falta mucho más que aplausos; necesitarán que seamos verdaderamente solidarios

08 de abril 2020 - 01:35

Una de las consecuencias del confinamiento es que esta semana no se va a poder salir a conmemorar la pasión de Cristo, pero quizá podamos ver esto como una oportunidad para conmemorar, y recordar, los valores de Cristo, que son de una importancia radical en estos momentos. Antes entrará un camello por el ojo de una aguja que un rico en el reino de los cielos. Esto no lo dijo un podemita, lo dice la Biblia. Y no solo eso. "Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él?" Y aún dice más. "El que tiene dos túnicas, comparta con el que no tiene; y el que tiene qué comer, haga lo mismo". "Si un hermano o una hermana están desnudos y carecen de sustento diario, y alguno de vosotros les dice: "Id en paz, calentaos y saciaos", pero no les dais lo necesario, ¿de qué sirve eso?".

Nada de esto viene de un texto de Podemos, viene de la Biblia. La solidaridad es un valor fundamental del cristianismo. "Lo que queremos es luchar contra las desigualdades, el mayor mal que existe en el mundo. Las provoca el dinero, que está contra las medidas para equilibrar el bienestar y favorecer la igualdad". Esto tampoco es de Alberto Garzón, son palabras del Papa Francisco. "Cristo ha hablado de una sociedad donde los pobres, los débiles y los excluidos sean quienes decidan. No los demagogos, los barrabás, sino el pueblo, los pobres, que tengan fe en Dios o no, pero son ellos a quienes tenemos que ayudar a obtener la igualdad y la libertad".

Una de las causas que siempre se han esgrimido para explicar la hegemonía económica de la Europa protestante con respecto a los países mediterráneos es que el catolicismo posee unos valores mucho más humanos y, por tanto, menos voraces. Cosa que naturalmente es un hándicap con la sacrosanta economía, pero crea una sociedad mucho más humana, solidaria y generosa. Y ahora se acerca el momento de demostrarlo, porque cuando pase la emergencia sanitaria a mucha gente le hará falta mucho más que aplausos. Necesitarán que seamos verdaderamente solidarios, que los que tengan de sobra ayuden a los que no tengan. Y ahí se verá quién cree realmente en qué, o si ya solo quedan ateos defendiendo los valores de Cristo. Y recuerden, amigos, que no será tan fácil engañar a Dios con unos simples y cutres bulos.

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