Viaje al sur

Esquivando malentendidos, ha renacido esta recia obra de Marsé, escrita para mantener viva la memoria de Andalucía

La intrahistoria de esta edición de Viaje al sur de Juan Marsé es el mejor ejemplo de esa peripecia -tan frecuente en la literatura- de un manuscrito encargado, escrito, traspapelado y perdido. Pero que, finalmente, casi sesenta años después, se recupera y publica. En este caso, tras este logro está la tenacidad, pericia y voluntad de su editor, Andreu Jaume, autor asimismo de la espléndida y bien trabada introducción que lo acompaña. Se trata, pues, de una bella aventura intelectual: por encargo de la editorial Ruedo Ibérico, de París, Juan Marsé elaboró las impresiones de un viaje realizado, en 1962, por algunos lugares de Sevilla, Cádiz y Málaga. Escritura que iba acompañada de un rico material fotográfico de Albert Ripoll Guspi. Pero textos y fotos se extraviaron debido a una serie de equívocos y malentendidos. Entre ellos, un cambio de título final: Andalucía, perdido amor, que -como un fatal presentimiento- había sustituido al primitivo Viaje al sur, quedando confundido el manuscrito entre otros documentos de la editorial. Pero Andreu Jaume no se resignó y puso todo su empeño y perspicacia indagadora hasta encontrar y editar este recorrido testimonial que Marsé había emprendido con entusiasmo y finalizó, según su correspondencia, con plena satisfacción. Desgraciadamente, por unos meses, el novelista de Últimas tardes con Teresa no ha podido ver recuperado este hijo pródigo -nacido de su atracción por Andalucía- que se resistía a comparecer en público e impreso. Pero, cuando menos, gracias a la labor casi detectivesca comentada antes, y a la editorial Lumen, que lo acaba de publicar, sus lectores sí lo podrán leer. Sobre todo, los lectores andaluces que tendrán así ocasión de confrontarse con la Andalucía miserable y petrificada de aquellos años. Porque Marsé, como muestra la entereza del resto de su obra narrativa, no viajó al sur, para encontrar un perdido amor romántico, reconstruido a partir de escenas pintorescas y edulcoradas. El texto y las fotos que lo acompañan constituyen un testimonio negro y duro, que muchos andaluces querrían olvidar. Sin embargo, parte de la misión de la literatura es recuperar el tiempo pasado y, con él, las tristes imágenes e injusticias que entonces imperaban. Por eso, cabe sospechar que algún duende interesado pudo traspapelar estas páginas, buscando censura y olvido. Pero no lo ha conseguido. Porque, esquivando tantos malentendidos, ha renacido esta recia obra de Marsé, escrita para mantener viva la memoria de lo que fue Andalucía. Letras y fotos están, pues, disponibles para conocer, o recordar, cómo eran algunos pueblos andaluces en 1962.

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