Y A conocen aquel viejo chiste del cantante mediocre que, tras una de sus malas actuaciones, asombrado de que el público corease ¡otra! ¡otra! ¡otra! oyó al fondo una voz que decía ¡hasta que se enseñe! Ahora, el tenor es el Sr. Moreno, candidato del PP, que dice que repetirá las elecciones hasta que los votantes aprendan a votar. Ese mismo libreto, amenazando volver a las urnas, lo utilizó el candidato de CyL, con los resultados de todos conocidos. El candidato andaluz del PP, que está muy subido, anda pidiendo el voto a los votantes socialistas, de los que espera captar según sus cálculos un 18%. No digo que no, hay gente para todo. En democracia es normal, diría que incluso sano, que los electores puedan cambiar el sentido de su voto según las circunstancias. Pero si se considera normal que un conservador pida el voto progresista, lo contrario sería considerado herético según el proceso de demonización del PSOE y del gobierno de coalición instruido por el PP con sus socios políticos y mediáticos.

Hay que reconocer que Moreno se ha salido del guion de Díaz Ayuso y Fernández Mañueco, que desarrollaron sus campañas en un metaverso en el que Pedro Sánchez era su oponente electoral. En la variación popular de la campaña andaluza, el llamado -en un exceso de confianza periodística- Juanma no menciona, quiero decir no insulta, al presidente del gobierno de España. Sin duda, a diferencia de sus otros colegas, espera captar más votos del caladero socialista -C´s ya le ha cedido graciosamente los suyos- que del electorado de Vox. Sin que parezca temer que acabe, con tanto perfil bajo y moderación sobreactuada, engordando a la extrema derecha. Como no podía ser de otra forma, el candidato socialista Juan Espada utiliza a Pedro Sánchez, y los logros de su gobierno, como una de sus fortalezas electorales. Mientras que Moreno espera que, la ya mencionada, diabolización de lo que llaman sanchismos de sus frutos sin necesidad de crispar y polarizar la campaña.

El temor a la extrema derecha es una eficaz baza movilizadora, aunque también lleve implícito una cierta aceptación de la inevitabilidad del cambio de ciclo. Cuando vi las manifestaciones de la izquierda celebradas en 2018, tras anunciarse el acuerdo entre PP, C´s y Vox para investir a Moreno, pensé qué distinta sería la situación si todos aquellos manifestantes se hubiesen tomado la molestia de ir a votar. Como dice Juan Espada: si votamos ganamos.

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