Zapatero a tus zapatos

Lo peripatético de sus acciones está dejando en un pésimo lugar al Gobierno actual

Dicen que no hay nada más incómodo para un Estado que saber dónde y cómo colocar a sus ex presidentes. Algunos, como Felipe González, decían sentirse como jarrones chinos en apartamentos pequeños, es decir, incómodos en cualquier lugar. Es cierto que conforman un capital de conocimientos y relaciones importantes, y los servicios del Ministerio de Exterior deberían saber manejar esta posibilidad. Pero como habitualmente es un partido diferente el que sustituye al anterior, no se quiere saber nada de estos ex mandatarios y, entonces, surge el problema cuando vuelan solos.

La perseverancia de Rodríguez Zapatero para molestar a la política exterior española es sobradamente conocida. Desde que, siendo líder de la oposición, se fotografiara con el rey de Marruecos, bajo un mapa de dicho país con las Canarias como parte de él, su capacidad para meterse en charcos ha ido superándose. Y la situación actual con Venezuela se ha hecho insostenible. Nadie puede entender como un ex presidente del gobierno de España se posiciona a favor de un narcogobierno y muestra todo su apoyo a un dictador que está subyugando a su pueblo. Y si sus razones son puramente económicas sería mejor quedarse en el Consejo de Estado y relajarse un poco. Porque lo peripatético de sus acciones está dejando en un pésimo lugar al gobierno actual, ya que este último está yendo de aquí para allá tratando de apagar los fuegos que no deja de provocar.

Evidente el desplante a Juan Guaidó por parte de Pedro Sánchez, hecho tan aplaudido nuevamente por Zapatero, ha colocado a nuestro país en una incomodísima situación. Ver a los venezolanos pasando necesidades, haciendo colas en supermercados o esperando durante días en gasolineras para poder adquirir algo de combustible, y no sentir el mínimo desconsuelo ni la solidaridad con estas víctimas, dista mucho de los valores que nuestro país debería representar internacionalmente. Pero el resto de los estados europeos han optado por recibir al presidente Guaidó y posicionarse con los que hoy más sufren esta tiranía bolivariana. De ahí el aterrizaje de la todopoderosa vicepresidenta venezolana en Madrid y el genuflexo recibimiento del gobierno español, que no son más que el peaje que deben pagar sus súbditos y empleados, ya que aquí es el dinero el que manda, y son demasiados los mantenidos gracias a los fondos del narcogobierno y al empobrecimiento de Venezuela.

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