El aborto y el voto femenino

15 de octubre 2025 - 03:06

De las pulseras contra maltratadores de AliExpress (el Gobierno niega que se compraran en esta popular plataforma low-cost pero admite los fallos reiterados de los dispositivos y su impacto en víctimas y denuncias) a la crisis de los cribados en Andalucía que el Ejecutivo de Juanma Moreno intenta acotar como “errores puntuales” mientras crecen los expertos que alertan de que nos hallamos ante un colapso estructural de la sanidad pública donde “el cáncer de mama” es “la punta del iceberg”.

¿Por qué conecto estos dos casos? Porque hay un trasfondo inapelable que los atraviesa por igual: que volvemos a ser testigos de anomalías inconcebibles en el funcionamiento de las administraciones públicas (ni de la dana en Valencia hemos aprendido) con negligencias y situaciones dantescas que jamás pensaríamos que marcarían la actualidad de un país como España en pleno siglo XXI. Y ello, sin que sea determinante que salpique a socialistas o a populares; sin que importe que sus protagonistas estén en Sevilla, con un mandato sólido de mayoría absoluta, o en Madrid haciendo equilibrismo con la aritmética parlamentaria.

Por eso me preocupa que nos hundamos en las trincheras de la disputa electoral y perdamos la perspectiva de lo que realmente es nuclear en una sociedad como la nuestra, donde el envejecimiento y la mejora de nuestros estándares de vida están poniendo a prueba las costuras del Estado del Bienestar.

Me refiero al aborto. Estamos ante uno de los debates que más enfrentamientos ideológicos despierta y que más espacio da para mezclar lo general y lo particular; para enredar y tergiversar sin saber muy bien si estamos en un plano privado (como los abortos espontáneos que lamenta Ayuso), si nos guiamos por una perspectiva ética y moral, si hablamos de cumplir la ley o, directamente, vamos a la caza del voto femenino.

Nos dicen que hay que “blindar el aborto en la Constitución” para frenar la “ola reaccionaria” a la que nos enfrentamos. Apoyaría, sin duda, cualquier propuesta que signifique consolidar lo que tenemos y no dar pasos atrás. Pero permitidme que sea cauta y, sobre todo, escéptica. En la Carta Magna está el “derecho a la vivienda” o el derecho a una información “veraz” y ninguna de estas dos realidades necesita comentarios. Cómo opinar, cómo posicionarse, cuando son pulsiones y no razones lo que acapara el debate público.

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