La chauna

José Torrente

torrente.j@gmail.com

El abrazo de Luna

Luna nos dejó claro que ante la tiranía de un gobernante cruel existe la fuerza de la solidaridad, repleta de afecto

Tras el numerito ceutí del sátrapa marroquí, Vox Andalucía amenaza al Gobierno andaluz con retirarle su apoyo parlamentario si rescata niños inmigrantes del mortal camino del hambre. Abascal se pone farruco contra la Junta por querer ser solidaria con Ceuta, y cumplir con la ley. Pretende chantajear a Juanma Moreno negando rebajas fiscales a los andaluces si acoge a 13 menores deambulantes con pinta árabe. Además de torpe, parece infantil el arrebato. Pero, claro, hay que aprovechar el eco mediático de la invasión para que su populismo haga el resto. Su hipertermia tan avanzada hacia la intolerancia incluye tal grado de insufrible falta de humanidad.

Es difícil entender y asumir esa exigencia de rechazar el auxilio humanitario a menores sin expectativas ni destino seguro. Repele socialmente esa falta de sensibilidad con un problema cuya dimensión trasciende la batalla partidaria. Podrían haber dicho muchas cosas al respecto, oportunas y evidentes. Pero no, han decidido apostar en su acción política por la vía más ruidosa, la que ata al esperpento su indigerible demagogia, haciendo innegable su falta de empatía con el problema. Se empeñan en dejar pública constancia de su intolerancia, inoportuna y aislante. Su obsesión ciega su razón.

Frente a esa actitud, Luna, la voluntaria de Cruz Roja que ha sido acribillada a insultos en sus redes por dar consuelo personal a un inmigrante rescatado del mar, con el arma más incruenta que inventarse pudiera: el abrazo. En ese abrazo que Luna le dio a un inmigrante arrebatado al frío y la muerte segura, estábamos muchos ciudadanos del mundo. Expiábamos nuestra culpa por no ser más eficaces contra el tráfico de personas, por quienes tienen en la miseria la foto fija de su futuro. Hay algo más que hacer mientras haya quienes se juegan la vida de golpe para no vivir muriendo lentamente cada día. Un abrazo cuesta poco y cura mucho.

Del abrazo de Luna quiero formar parte porque hay algo que está antes que cualquier trámite: la sensibilidad humana. Luna dejó fluir la suya. Y la acomodó a las lágrimas de quien solo veía sufrimiento con su debilitada mirada. Un ser humano que sufre se refugia en otro que lo arropa, solidario con su dolor. Luna nos dejó claro que ante la tiranía de un gobernante cruel existe la fuerza de la solidaridad, repleta de afecto para compartir. Que el trono de un sátrapa real no podrá jamás con el coraje de la dignidad. Por eso, el abrazo de Luna, también era mi abrazo.

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