
Las dos orillas
José Joaquín León
Trabaja menos y vive mejor
Trump quiere expandir EEUU y ha empezado a escribir su carta a los Reyes Magos. Canadá, Groenlandia y el canal de Panamá son sus objetivos y no ha dudado en expresarlo a los cuatro vientos. Pudiera parecer la ensoñación de un vulgar comerciante, si no se diese la paradoja de que es el presidente de un enorme país con el que todos, de una u otra forma, mantenemos importantes acuerdos. Pero ser socios no significa decir sí a toda ocurrencia, y su cargo institucional debería hacerle reflexionar que no todo es posible.
El problema de España ahora es qué posición tomar ante las pretensiones del nuevo presidente norteamericano. Defender el derecho de autodeterminación de los territorios, tras haber entregado el Sáhara a Marruecos, sería difícil de explicar, y los países europeos lo saben. Por eso temen la deslealtad de nuestro país ante todo conflicto territorial, cuando observan cómo cualquier delincuente independentista es capaz de poner en jaque al propio gobierno. Y lo peor es que siempre acaba cediendo ante las pretensiones más peregrinas.
Pero los deseos de compras en el mercado territorial no son nuevos. Durante el siglo XIX los acuerdos fueron frecuentes y por ello EEUU compró en 1803 Luisiana a Francia, en 1819 Florida a España y en 1867 Alaska a Rusia. Como puede verse, no fueron siempre los conflictos bélicos e invasiones los métodos para que los estados creciesen. Pero en nuestra época el nivel negociador de los dirigentes es bastante pobre, prefiriendo el uso de la fuerza al no entender otro lenguaje para ampliar fronteras. De ahí la incertidumbre que genera un personaje como Trump entre tanta testosterona presidencialista.
¿Tendrá también China que hacer una oferta sobre Taiwan o comprar Siberia a los rusos?¿Acabará la República Dominicana ocupando Haití por culpa del estado de excepción que asola la mitad de la isla? ¿Absorberá Azerbaiyán a Armenia ante la debilidad de su socio soviético? ¿O caerá el Sahel en manos de los yihadistas ante la desidia y abandono de los ejércitos europeos? Como vemos los problemas territoriales siguen estando muy presentes, aunque toda la información esté fuertemente dirigida hacia Ucrania o Palestina, y el cansancio en otros países puede hacer inclinar muchas balanzas. Parece que la geopolítica de los violentos empieza a ser sustituida por la de los mercaderes, y los españoles mientras tanto, de convidados de piedra.
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