Mirada alrededor

Juan José Ruiz Molinero

jjruizmolinero@gmail.com

El baile de los espías

Tenemos la funesta manía de convertir cualquier asunto serio en una mala comedia de enredo

La seguridad de un país, de sus instituciones y de sus ciudadanos, es vital para todo Gobierno que debe velar por ella y utilizar los instrumentos legales -repito, legales- para interceptar a quienes pretenden atacarlo de las diversas maneras que en una sociedad democrática puede hacerse. Pero una cosa es que existan organismos especializados en 'Inteligencia' -aquí tenemos el CNI, cuestionado por el caso 'Pegasus', sobre todo por los independentistas catalanes y vascos- y otro muy distinto practicar la funesta manía de convertir cualquier asunto serio en una mala comedia de enredo. Parece que los considerados personas importantes se han apuntado a la lista de espiados, ya no sólo los peligrosos secesionistas, con su corte de organismos asociados, además de los representantes políticos, sino que se ha sumado -en sospechosa coincidencia, cuando los catalanes han aireado el asunto- hasta el propio presidente del Gobierno para convencer a los socios que le mantienen en el poder que el asunto es tan general como los mensajes publicitarios aparecidos en los móviles de cualquier pacífico ciudadano, capaz de pensar que su santa esposa ha contratado a la hoy popular firma para espiar sus conversaciones extramatrimoniales. Mortadelo y Filemón, con su famosa TIA, estarían haciendo su agosto, pese al riesgo de que, como Salomé, coaligados y socios bailen sensuales danzas alrededor de don Pedro para pedirle la cabeza del Bautista de turno, en este caso la de Margarita Robles o de la responsable del CNI. En último caso Sánchez le sabemos capaz de pagar cualquier precio para mantenerse en el poder. Lo ha demostrado copiosamente. Nuestro ínclito presidente debería estar relativamente tranquilo, porque la legislatura la tiene asegurada hasta las próximas elecciones. Sánchez y los peticionarios se necesitan mutuamente: ni don Pedro es nadie sin Bildu y los independentistas, ni ellos lo son sin un inquilino tan complaciente en La Moncloa. Ni siquiera era necesario meter a independentistas, filoetarras, antisistemas y a todos los que ha querido apaciguar en el seno donde se manejan los secretos del Estado, llamados por algunos miembros del Gobierno 'cloacas'. Con esa corte de afanados en romper la unidad territorial, institucional y hasta internacional es normal que no sólo la UE, sino organismos de más amplio espectro como la OTAN recelen, sobre todo en estos tiempos de guerra, de la fidelidad con que guardarán esos secretos los dudosos socios que tiene el aliado español. Estaremos pendientes de las danzas populistas, independentistas y filoetarras de Salomé y si rodarán o no las cabezas solicitadas. También del no menos esperpéntico baile de los espías que en tal mal lugar están dejando a Mortadelo y Filemón.

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