La belleza de las matemáticas

Las recetas sugeridas no tienen nada de positivo. Baste pensar que un niño no podrá interpretar obras de arte

16 de agosto 2021 - 01:39

Cuando, a mediados del siglo XX, Stefan Banach afirmó que "Las matemáticas son la creación más poderosa y bella del espíritu humano", quería expresar la grandeza del hecho más abstracto, riguroso y estructurado que hemos podido crear jamás. Por ello sorprende que unos conocimientos tan arraigados y fundamentados se pongan en tela de juicio, para tratar finalmente de incorporarles ideas que poco aportan al fabuloso mundo de las matemáticas.

Desde la entrada de la democracia, el número de hombres y mujeres que han enriquecido el colectivo de matemáticos en España ha sido bastante paritario. Por ello parece bastante curioso que la justificación de las brechas de género existentes en las carreras sanitarias, a favor de las mujeres, y en las ingenierías, a favor de los hombres, se traten de resolver introduciendo modificaciones en las matemáticas, que ya han demostrado sobremanera que no son una disciplina desequilibrada. Por tanto, esta introducción de políticas de género y habilidades socioemocionales para tratar de mejorar la comprensión de los conceptos numéricos, funcionales, estadísticos o geométricos son, probablemente, una triste pérdida de tiempo más.

Pero las recetas sugeridas no tienen nada de positivo. Baste pensar que un niño, en el futuro próximo, no podrá interpretar las obras de arte que vea a su alrededor, ni los personajes históricos que representan, ya que no conocerán los números romanos y serán incapaces de datar o secuenciar los acontecimientos. Pero además perderán la habilidad artística de dibujar, esculpir objetos o cocinar para un número indeterminado de comensales, ya que no podrán escalar sus creaciones por su desconocimiento de la regla de tres. Y estos problemas forzarán a una peor evaluación del conocimiento matemático en los informes internacionales, donde los temas de género o socioemocionales influyen bastante poco en los resultados finales.

Finalmente, hay que indicar que un país como España, que ocupa la séptima posición mundial en investigación matemática, y décima en investigación científica en general, no debe estar haciendo las cosas demasiado mal como para que se le introduzcan estos absurdos cambios. En todo caso, potenciemos aún más a nuestros matemáticos y matemáticas, que saben trabajar juntos y bien desde hace mucho tiempo, y seguiremos incrementando los éxitos que día a día están consiguiendo a lo largo y ancho de este mundo.

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