El balcón
Ignacio Martínez
Sota de Espadas
Paisaje urbano
Hace un par de años, allá por la pandemia, ocurrió un suceso que entonces no pasó de la mera anécdota. En un restaurante de barrio, apareció un medio día de un domingo cualquiera el presidente de la Junta son su familia, y con plena espontaneidad, la clientela allí concurrida, que no parece fuera socia del cercano club Pineda, le tributó una cariñosa ovación. El domingo por la noche, cuando Michavila, vaya crack, anunció con la severidad del militar que lleva dentro que el PP se iba casi a la sesentena de escaños, me acordé de aquella ovación popular y saqué ya esta primera conclusión: el Partido Popular de Juanma Moreno es, quién lo iba a decir, el que se parece más a Andalucía, por la sencilla razón que es quien mejor ha entendido las diversas razones de los electores.
Andalucía, por supuesto, tiene una sanidad más que mejorable, pero plantear la campaña, como los han hecho los socialistas, como una enmienda a la totalidad de la política sanitaria de la Junta, cuando precisamente su locuaz consejero Aguirre es de los más valorados, es un completo disparate. La Educación en nuestra tierra tiene problemas lacerantes, como el temprano abandono escolar, pero poner el foco en la redacción de un texto, que además ni siquiera está vigente, como hizo con evidente sobreactuación la candidata de Vox, es deformar la realidad. Los debates sobre las políticas de género, la memoria histórica o el cambio climático quedan bien en los programas baratos de la Sexta, pero con el litro de gasoil a más de dos euros y la inflación disparada no parece que le quiten el sueño a nadie. Lo mismo podría decirse de las constantes apelaciones al derecho a la vida o la libertad religiosa, que en realidad pertenecen más al ámbito de lo moral que de lo político. ¿Cuántas procesiones ha habido en nuestras ciudades y pueblos este pasado fin de semana? Para vivir en un estado anticlerical, como sostienen algunos, no está demasiado mal.
Juanma Moreno ha ganado, digo arrasado, porque es el político que más se acerca a los que los ciudadanos demandan. Un perfil discreto y prudente, más liberal en lo económico sin llegar al estadio casi grotesco de Madrid (por cierto, parece que hay vida más allá de Ayuso), más socialdemócrata en lo social, sin perder un cierto tono conservador en las formas. Y por encima de todo eso, empático, cualidad fundamental en estos tiempos dominados por la inmediatez de las redes sociales.
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