Quousque tamdem

Luis Chacón

luisgchaconmartin@gmail.com

El camarada Istochnikov

Debemos ponernos en guardia ante las grandes mentiras que pretenden construir la memoria bajo criterios ideológicos

Es inquietante comprobar -y así me ocurrió visitando Sputnik: la Odisea del Soyuz 2 en el Museo Ruso de Málaga- hasta dónde son capaces de llegar los gobiernos, y en particular las dictaduras, para manipular la realidad a su antojo. La terrible historia del coronel Ivan Istochnikov, desaparecido en el espacio en 1968 y borrado de la memoria por una URSS herida a la que los EEUU ganaban la carrera espacial, sobrecoge. Al igual que Trotski, el camarada Istochnikov fue cuidadosamente borrado de cada foto, eliminado su nombre de todo registro y sometido a una damnatio memoriæ que solo la glasnot permitió revertir. Contemplar sus objetos personales, sus fotos y recuerdos familiares es sentir la injusticia que culminó con la deportación de los suyos a Siberia. Algo que nos debería poner en guardia frente a los abusos del poder. La perestroika permitió recuperar el material expuesto. Hasta el meteorito que impactó con la Soyuz 2 y que cierra la exposición, advirtiendo que puede ser peligroso para mujeres embarazadas, personas con marcapasos y niñas con trenzas…

¿Niñas con trenzas? Sí. La exposición es un desafío del artista Joan Fontcuberta, cuyo nombre traducido al ruso es Ivan Istochnikov, concebido hace un cuarto de siglo y que nos sigue engañando, aun cuando ofrece pistas de la falsedad de la historia a lo largo de todo el recorrido. Pero somos manipulables y crédulos. Todos. La gran lección de este magnífico entramado; de este, por usar un símil ruso, moderno pueblo de Potemkin, es insuflarnos del necesario escepticismo. Ya el valido de Catalina la Grande creaba decorados en los que los campesinos parecían felices para convencer a la zarina de que sus reformas políticas eran un éxito.

El problema es que damos valor de prueba indubitable a lo que, como la fotografía, es fácilmente maleable. Todos recibimos mensajes que nos descubren gravísimos escándalos, pruebas irrefutables de corrupciones, conspiraciones mundiales o vacunas asesinas que hoy, cualquiera puede crear en un sencillo ordenador con programas al alcance de todos. Por eso mismo, porque creer es más fácil que dudar y porque nuestra resistencia al engaño suele ser muy frágil cuando nos reafirma en nuestras ideas, debemos ponernos en guardia ante las grandes mentiras que pretenden construir la memoria bajo criterios ideológicos, negando la verdad y la libertad. El escepticismo y la duda metódica siempre nos acercan a la verdad.

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