Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La conversión de Pedro
Estamos viviendo un cambio de época. Y en un cambio de época el impacto de los hechos no son teóricos, sino muy concretos. Cómo ha afirmado Joan Subirats en una entrevista publicada ayer en este periódico ‘realmente, lo que está ocurriendo es lo que en el mundo empresarial se llama VUCA: volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad’. Nos falta certeza ideológica y sufrimos una policrisis –emergencia climática, desigualdad y crisis de representación-. No conseguimos definir el problema. Mientras la democracia funciona sobre una búsqueda del consenso, el ruido y la confusión nos impiden avanzar en esa dirección. En este contexto, en un seminario celebrado en el área de Ciencia Política de la UMA, el Catedrático de Ciencia Política de la UAB reflexionaba sobre cuál debe ser el papel del conocimiento y de la ciencia en la elaboración de las políticas públicas.
En este contexto se produjo el nombramiento del nuevo Papa. Y la pregunta qué hay que hacerse es si logrará ser, precisamente, un Papa para este cambio de época del que nos hablaba el ex-ministro de Universidades en las aulas de la Facultad de Derecho de la Universidad de Málaga. Esta es, a mi juicio, la pregunta relevante. Se ha hablado de lo poco que ha durado el cónclave -4 votaciones-, de que ha sido un hombre del Papa Francisco, de su trayectoria como misionero, de su excelente formación –como matemático y como experto en Derecho Eclesiástico, además de ser políglota y dominar cinco idiomas-, de su relación y conocimiento de Hispanoamérica. En lo más próximo, su visita al colegio de Los Olivos de Málaga, lo cual ha producido una gran alegría ha sido una gran alegría para alumnos y profesores del mismo. Será el Papa que hablará español.
Para algunos, podría ser un continuador del Papa Francisco y, sobre todo, un Papa progresista que continuara la estela de cambios que impulsó el Papa anterior. Es demasiado pronto para saberlo. Sin embargo, lo que sí parece necesario es un Papa atento a lo que nos pasa y, ya lo decíamos arriba: el medio ambiente, la desigualdad y la crisis de la representación en nuestras democracias indican que tendrá que tener una profunda sensibilidad social ante el mundo en el que le va tocar gobernar a la Iglesia. Además de esto, la resolución de los problemas internos de la Iglesia y, desde luego, el vencer la resistencia de los sectores más conservadores de Iglesia ante los vientos de cambio. Más que progresista o conservador, lo importante es si León XIV consigue ser un Papa que está a la altura de estos tiempos de cambio de época y, por tanto, consigue ser una figura respetada no sólo por los creyentes, sino por todos.
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