Alto y claro

José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

El camino a la irrelevancia

La oposición en Andalucía está desarbolada y sin discurso y no toda la culpa la tiene Juanna Moreno

La oposición en Andalucía está desarbolada y sin discurso. Hasta cierto punto es la consecuencia directa de la mayoría absoluta obtenida por el Partido Popular en las elecciones del 19 de junio. Pero sólo hasta cierto punto. El PSOE -porque la oposición son los socialistas y los demás son otra cosa- se ha ganado a pulso el camino a la irrelevancia política que ha emprendido y que en estos primeros meses de actuación del Gobierno de Juanma Moreno se ve de forma clamorosa. La falta de reacción al órdago de la reforma fiscal anunciado por el presidente de la Junta la semana pasada deja ver un encefalograma plano.

Hay tres factores que inciden en esta situación que, de alguna forma, refleja un déficit institucional parecido al que se daba en sentido contrario cuando el PSOE y el poder eran prácticamente sinónimos en Andalucía y el PP parecía condenado a una eterna travesía del desierto. El primer factor tiene que ver con el propio partido. La salida de Susana Díaz y la llegada de Juan Espadas no ha normalizado la vida orgánica: la militancia e incluso la dirigencia están desmovilizadas y adormecidas. El PSOE ha sido incapaz de recuperarse de la derrota de 2018 y todos los problemas que condujeron a esa situación siguen sin resolverse. El segundo tiene que ver con la imagen que proyecta sobre la organización andaluza Pedro Sánchez y el Gobierno de la nación. La división interna de un Ejecutivo que da síntomas de estar amortizado, las políticas erráticas en campos muy sensibles y las alianzas con socios indefendibles fuera de los cenáculos monclovitas añade más leña al fuego de la crisis de identidad de los socialistas andaluces.

El tercer factor es el que más debería preocupar a Juan Espadas y los suyos y escapa de los remedios que los socialistas puedan poner para taponar sus muchas brechas. Juanma Moreno ha sabido conquistar capas muy amplias del electorado andaluz proyectando una imagen transversal y moderada, pero sin renunciar por ello a marcar una línea de gestión que se acerca en aspectos sustanciales a los postulados más clásicos de la derecha. Y los andaluces, que hasta hace poco estaban conceptuados como el granero de votos de izquierdas que nunca fallaba en las urnas, han comprado la mercancía con entusiasmo. El presidente andaluz es hoy un referente nacional que llama la atención porque ha sabido imponerse donde más difícil lo tenía su partido. Lo ha hecho con contundencia y eficacia. A partir de ahí tiene el camino despejado hacia donde él quiera.

Habría otros factores que tienen que ver con la calidad de los liderazgos, la sombra que todavía proyectan las casi cuatro décadas de gobiernos socialistas y los nuevos vientos que corren en la política europea. Sobre ellos habrá que volver.

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